sábado, 25 de julio de 2009

Año Nuevo


AÑO NUEVO

Me revienta escribir sobre año nuevo. Cierto es que nadie me obliga hacerlo, pero debido a que es el tema de cajón de todos los plumeriferos que nos ganamos el pan, hay que recaer en el tema. Cosa, insisto, que me revienta, porque si analizamos un poco, maldita la gracia que nos puede hacer tener un año menos de vida o ser un año mas viejo de lo que éramos el año pasado.

.Además…

¿Es usted un año más rico por ser año nuevo? No. ¿Es más feliz? Probablemente no. ¿Es mas joven? No. ¿Sus deudas han mermado? No. Y entonces ¿de qué alegrarse? ¿De no haberse muerto el año pasado? Es lo único… Para colmo este año nuevo empieza con un baterío espantoso; me lo encuentro a X que me dice:

-Indudablemente yo soy un hombre de principios. He vivido siempre sin un centavo y para no contrariar esos principios, comienzo el año con tal infinidad de deudas y tan sin plata que yo, alegremente, no se lo que va a ocurrir.

Me encuentro a otro X que se me acerca y me dice al oído, con uno de esos gestos pavorosos que dibujan los hombres que conocen el secreto del futuro:

-¡Amáquese amigo! El próximo año comercial es de quiebras, convocatorias, estafas, fraudes, incendios, desapariciones, la mar en coche. ¡Amáquese amigo!

Me aparto de este sujeto tenebroso y agorero, y doy de narices con un político nefasto, charlatán, desfachatado como una estatua y soturno como un calabrés que, después de depositar su pegajosa mano fría en la mía, la aparta, diseña como una especie de horóscopo cabalístico en el espacio para vomitar luego, con insigne fruición:

-Este próximo año, un presente griego. Revolución en perspectiva, partidos políticos que se fusionaran con altos personajes militares y policiales; tenemos grandes diarios a nuestro servicio; denunciaremos treinta mil fortunas nuevas hechas en un año a base de radicalismo; atentados al presidente, sabotajes, huelgas. ¡Abaníquese amigo, compañero!

Trotando me he apartado de este endiablado facineroso. De pronto, me toma del brazo el empleado de una empresa y, confidencialmente, me invita un cívico. De paso me cuenta:

-Estoy contento con mi nuevo patrón. Hoy me llamó aparte y me dijo: Cierto es que no le he aumentado el sueldo ni le he dado aguinaldo, pero en cambio, no lo he incluido en la lista de economías que regirá el año próximo en mi empresa.

Y mi empleado continúa:

-Este año próximo vamos a tener un mercado de ofrecimientos de empleado extraordinario. La situación esta muy mala.

He huido despavorido. Me he metido en mi caverna situada en una casa de pensión y, de pronto, un ruido de voces hace que asome la punta de la nariz por el tragaluz para escucharla a doña Irene, la magnánima cocinera del antro en que vivo. Y he escuchado que doña Irene decía:

-No se puede vivir. Un tomate cuesta diez centavos. Una plantita de lechuga rasposa, diez centavos. Un choclo desabrido, diez centavos. A los pensionistas va a haber que darles alfalfa si no queremos ir a la ruina.

Indudablemente – he pensado- este año nuevo los pesebres se habilitarán como pensiones. ¡Maldita sea la situación!

.No señor…

No señor, me revienta hablar del año nuevo, no oigo nada más que a quejosos. Pero lo grave es que tienen razón. ¿No seria preferible escribir sobre algún tema más divertido? Por ejemplo, sobre los gordos que hacen gimnasia. Es un plato. Pero no. Oficialmente tengo que escribir sobre año nuevo. ¿Que voy a decir sobre año nuevo si a mi no me interesa? Lo único que veremos la noche del año nuevo serán formidables brigadas de pelafustanes que a caballo sobre la capota de un auto esgrimen un sombrero con una mano y una botella de cerveza en la otra. Y en los cafés del centro, señoras que una vez al año llevan a los chicos a “ver la iluminación”; en fin, toda la cáfila sudorosa de gente barriguda, grasienta, que larga vapores de salchichones injeridos y ensaladas trasnochadas, mientras los purretes se sacan los mocos con el revés de la manga de una blusa marinera.

A los únicos que legra e inquieta simultáneamente el año nuevo es a los “trompas” de los bodegones”. No hay envenenador de estos que no salga veinte veces al día a la vereda para olfatear el cielo, a observar si no se esta formando una tormenta que le estropee los ingresos que espera obtener a base de los gargueros resecos de toda la gente que se ha lanzado a la calle a “divertirse”. Se lo regalo al “divertimiento”.

.Lo único lindo

Lo único lindo de la noche que ha servido para entrar al año nuevo son las doce horas las doce horas en las distancias se cubren de hilos de pensamiento, pensamientos de los amantes distantes que se buscan a través del espacio y se reencuentran con mudas promesas de pensamiento en tanto las sirenas oradaban el cielo con silbos aulladores. Lo único lindo de la entrada al año nuevo han sido las doce de la noche, hora patética en que muchos corazones se preguntarán en dulce incertidumbre: ¿que será de la vida en este año entrante?

Y lo único lindo ha sido y será siempre esto: el enigma de lo que vendrá a cuestas de los doce meses próximos. Sean amigos o enemigos.


1 de enero de 1930

Comentario, reflexion.



















miércoles, 15 de julio de 2009

La historia de Internet en íconos

Este video forma parte del trabajo final de Melih Bilgil en su Diploma en Diseño Gráfico de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Mainz. Se repasa la historia de internet utilizando sólo imagenes icónicas creadas por el director. Eso, sí, está en inglés... Habrá que esforzarse para entender, pero se puede.

Lo encontramos en cortometrajesonline.com.


History of the Internet from PICOL on Vimeo.

comentario: "ventanas iluminadas"

ventanas iluminadas: Roberto Arlt, en esta aguafuerte hace referencia a las distcotidiana, cada ventana cuenta una historia diferente, cada persona tiene un problema difernete.
Trata de demostrar que todos, a pesar de nuestras diferencias sociales tenemos problemas, y a pesar de que durante el dia, y frente a los demas nos mostremos de otra manera, llegamos a nuestras casas, y escondemos tras la ventana, todas aquellas que sentimos en lo mas profundo del corazonintas miradas de la vida.Todo lo que esconden las personas de tras de su vida .

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Documentales

¿Qué es un documental?

Raúl Becerro, en "Sobre cine documental" dice:
el film documental cuenta hechos que han sucedido o que están sucediendo independientemente de que con ellos se haga o no una película. Sus personajes existen también fuera del film, antes y después del film.


Es esto, y únicamente esto, lo que diferencia un film documental de un film de ficción. El film de ficción maneja materiales que sólo existen en el film, para el film. Tanta o más diferencia que entre un film documental y un film de ficción, hay entre dos documentales, uno de los cuales cuenta hechos que han pasado. Existe tal diferencia entre los materiales que deben manejarse en uno y otro caso, que las estrategias, las técnicas y los métodos de trabajo son radicalmente diferentes.


Acá hay más información.


A veces, sólo basta salir con una cámara a preguntar cosas y combinar imágenes con música y un relato en off.



Este es un mini documental sobre la adopción de niños etíopes por españoles que se titula: "Acaso yo".



En este video, que podría considerarse de propaganda más que un puro documental, es interesante ver la diferencia entre utilizar voces en off y poner actores a decir un texto en cámara. Además se anade texto a la imagen para reforzar conceptos y hacer más ágil la pieza audiovisual.



Bastante simpe, este video fue creado por un alumno de cuarto año. Utilizó imágenes fijas y un programa que convierte texto en audio para exponer un tema que usualmente se da en Ciencias Naturales.



Un estilo ya hecho clásico dentro de los documentales es el de National Geografic. Acá mostramos un ejémplo.



En este video, rescato un recurso interesante usando imágenes del lugar sobre el que se habla para construir un texto alfabético.



En el siguiente video se reseñan varios documentales estrenados en el año 2006 en España.


Videos tu.tv

sábado, 11 de julio de 2009

Comentario: "Causa y sinrazon de los celos"

El mensaje que quiere dejar Roberto Arlt con este aguafuerte es que el hombre sin experiencia en el amor es extremadamente celoso, y la mujer en este caso actua manejandolo como a un maniqui. En cambio la mujer celosa intenta esconder los celos y no lo demuestra, de modo de que si lo demuestra cambiarian los roles y ella seria quien estaria constantemente detras de el.
Leyendo este aguafuerte y "Soliloquio del solteron" , Arlt deja muy clara su forma de pensar sobre la pareja, el amor, los matrimonios, la convivencia entre marido y mujer. El piensa que muy pocas parejas sienten verdaderamente amor.
Desde mi punto de vista todos tenemos un poco de celo, algunos en gran cantidad, otros en poca , pero hay quien lo demustra y hay quien no.
Mi forma de pensar es que en una pareja con celos no existe la confianza mutua, y si una pareja no tiene confianza mutua no es amor. OJO! Ese acto de celo puede ser una forma no muy demostrativa de expresar el amor que siente una persona hacia otra.
El matrimonio para mi es un tema si experiencias vividas, pero este aguarfuerte refleja la realidad en la que viven los adultos de hoy. Las señoras casadas pierden ese celo, que demostraba el interes o el amor que sentia anteriormente por su marido


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uafuerte

CAUSA Y SINRAZON DE LOS CELOS

Hay buenos muchachitos, con metejones de primera agua, que le amargan la vida a sus respectivas novias promoviendo tempestades de celos, que son realmente tormentas en vasos de agua, con lluvias de lágrimas y truenos de recriminaciones.
Generalmente las mujeres son menos celosas que los hombres. Y si son inteligentes, aun cuando sean celosas, se cuidan muy bien de descubrir tal sentimiento, porque saben que la exposición de semejante debilidad las entrega atadas de pies y manos al fulano que les sorbió el seso. De cualquier manera; el sentimiento de los celos es digno de estudio, no por los disgustos que provoca, sino por lo que revela en cuanto a psicología individual.
Puede establecerse esta regla:
Cuanto menos mujeres ha tratado un individuo, más celoso es.
La novedad del sentimiento amoroso conturba, casi asusta, y trastorna la vida de un individuo poco acostumbrado a tales descargas y cargas de emoción. La mujer llega a constituir para este sujeto un fenómeno divino, exclusivo. Se imagina que la suma de felicidad que ella suscita en él, puede proporcionársela a otro hombre; y entonces Fulano se toma la cabeza, espantado al pensar que toda "su" felicidad, está depositada en esa mujer, igual que en un banco. Ahora bien, en tiempos de crisis, ustedes saben perfectamente que los señores y señoras que tienen depósitos en instituciones bancarias, se precipitan a retirar sus depósitos, poseídos de la locura del pánico. Algo igual ocurre en el celoso. Con la diferencia que él piensa que si su "banco" quiebra, no podrá depositar su felicidad ya en ninguna parte. Siempre ocurre esta catástrofe mental con los pequeños financieros sin cancha y los pequeños enamorados sin experiencia.
Frecuentemente, también, el hombre es celoso de la mujer cuyo mecanismo psicológico no conoce. Ahora bien: para conocer el mecanismo psicológico de la mujer, hay que tratar a muchas, y no elegir precisamente a las ingenuas para enamorarse, sino a las "vivas", las astutas y las desvergonzadas, porque ellas son fuente de enseñanzas maravillosas para un hombre sin experiencia, y le enseñan (involuntariamente, por supuesto) los mil resortes y engranajes de que "puede" componerse el alma femenina. (Conste que digo "de que puede componerse", no de que se compone.)
Los pequeños enamorados, como los pequeños financistas, tienen en su capital de amor una sensibilidad tan prodigiosa, que hay mujeres que se desesperan de encontrarse frente a un hombre a quien quieren, pero que les atormenta la vida con sus estupideces infundadas.
Los celos constituyen un sentimiento inferior, bajuno. El hombre, cela casi siempre a la mujer que no conoce, que no ha estudiado, y que casi siempre es superior intelectualmente a él. En síntesis, el celo es la envidia al revés.
Lo más grave en la demostración de los celos es que el individuo, involuntariamente, se pone a merced de la mujer. La mujer en ese caso, puede hacer de él lo que se le antoja. Lo maneja a su voluntad. El celo (miedo de que ella lo abandone o prefiera a otro) pone de manifiesto la débil naturaleza del celoso, su pasión extrema, y su falta de discernimiento. Y un hombre inteligente, jamás le demuestra celos a una mujer, ni cuando es celoso. Se guarda prudentemente sus sentimientos; y ese acto de voluntad repetido continuamente en las relaciones con el ser que ama, termina por colocarle en un plano superior al de ella, hasta que al llegar a determinado punto de control interior, el individuo "llega a saber que puede prescindir de esa mujer el día que ella no proceda con él como es debido".
A su vez la mujer, que es sagaz e intuitiva, termina por darse cuenta de que con una naturaleza tan sólidamente plantada no se puede jugar, y entonces las relaciones entre ambos sexos se desarrollan con una normalidad que raras veces deja algo que desear, o terminan para mejor tranquilidad de ambos.
Claro está que para saber ocultar diestramente los sentimientos subterráneos que nos sacuden, es menester un entrenamiento largo, una educación de práctica de la voluntad. Esta educación "práctica de la voluntad" es frecuentísima entre las mujeres. Todos los días nos encontramos con muchachas que han educado su voluntad y sus intereses de tal manera que envejecen a la espera de marido, en celibato rigurosamente mantenido. Se dicen: "Algún día llegará". Y en algunos casos llega, efectivamente, el individuo que se las llevará contento y bailando para el Registro Civil, que debía denominarse "Registro de la Propiedad Femenina".
Sólo las mujeres muy ignorantes y muy brutas son celosas. El resto, clase media, superior, por excepción alberga semejante sentimiento. Durante el noviazgo muchas mujeres aparentan ser celosas; algunas también lo son, efectivamente. Pero en aquellas que aparentan celos, descubrimos que el celo es un sentimiento cuya finalidad es demostrar amor intenso inexistente, hacia un bobalicón que sólo cree en el amor cuando el amor va acompañado de celos. Ciertamente, hay individuos que no creen en el afecto, si el cariño no va acompañado de comedietas vulgares, como son, en realidad, las que constituyen los celos, pues jamás resuelven nada serio.
Las señoras casadas, al cabo de media docena de años de matrimonio (algunas antes), pierden por completo los celos. Algunas, cuando barruntan que los esposos tienen aventurillas de géneros dudosos, dicen, en círculos de amigas:
-Los hombres son como los chicos grandes. Hay que dejar que se distraigan. También una no los va a tener todo el día pegados a las faldas...
Y los "chicos grandes" se divierten. Más aún, se olvidan de que un día fueron celosos...
Pero este es tema para otra oportunidad.

COMENTARIO

miércoles, 8 de julio de 2009

Crónica: "César"

A continuación, un fragmento de la nota titulada "Postales de General Obligado. Insistencias y poética existencial", que pubicó Carlos del Frade en el sitio Postalesdelsur.net, dedicado al periodismo de investigación.

Se trata de una crónica que entrecruza datos históricos de público conocimiento, recuerdos de una entrevista pasada, observaciones de detalles contextuales, una entrevista y reflexiones. Léanla y revisen la nota completa, así como los muchos y muy buenos trabajos publicados ahí.


César

Villa Ocampo sigue siendo el territorio en el que vive, aún después de muerto, el ex senador nacional Jorge Massat, el hombre que supo cultivar una cuenta corriente de más de veinte millones de dólares cuando era presidente de la comisión de seguimientos de las privatizaciones y delfín de Carlos Reutemann.
En Villa Ocampo los chicos siguen trabajando en la cosecha de algodón y caña de azúcar, aunque cada vez hay menos.
Trabajan menos de un mes porque también aquí ha llegado la imposición de la reina soja y cada vez hay menos plantas autóctonas.
En 1999, César Godoy, uno de esos pibes que trabajaba desde que tenía cinco años, le contó a este cronista que a sus entonces trece años le dolía la espalda como consecuencia de la zafra.
Que no podía ir todos los días a la escuela porque tenía que trabajar para ganar un peso por día y que eso lo destinaba a ayudar en su casa.
Y cuando imaginaba el futuro, César sonreía y respondía que quería ser poeta.
Sacaba un cuaderno y leía en voz alta una poesía dedicada a su mamá que hacía un tiempo había piantado a la pampa de arriba.
Diez años después, el cronista busca encontrarse con César.
Hace varios llamados y por fin da con una de sus hermanas.
Son alrededor de las cuatro de la tarde y el sol hace más fuerte el verde de las plantas y el marrón gastado de las calles y veredas del barrio.
Hay un grupo de diez albañiles haciendo mezcla y llevando baldes de un lugar para otro.
Los ladrillos parecen venir de los hornos familiares que siempre pueden verse al costado de la ruta 11 cuando el viajero arriba a Villa Ocampo.
Ahí está César.
Una década después se lo ve fibroso, fuerte y todavía tiene una sonrisa amplia cubierta de un gorrito que le hace sombra pero resulta impotente para cubrirle la luz de sus ojos.
-Ahora laburo de albañil –dice César.
Cuenta que su familia está compuesta de nueve hermanos y que él es el menor.
Que recuerda aquella entrevista y que le trajeron libros y hasta vio el documental que giraba en torno a su testimonio.
-La peleo todos los días y aunque no terminé la escuela se que algún día lo voy a hacer – promete el muchacho.
Está de novio y todavía no tiene chicos.
Cuenta que es el coordinador de un grupo juvenil de la parroquia de Villa Ocampo y que todavía escribe poesías.
-Hablo de los chicos que nacimos acá en el norte. Que nosotros merecemos atención. Que no se olviden de nosotros. Porque nosotros también queremos vivir – dice César antes de volver al balde, los ladrillos y la pala.
Allí en Villa Ocampo, pibes como César siguen apostando a sus propios sueños y los siguen defendiendo en contra de todo lo que impone el sistema.
Es la poética existencial.
La inverosímil resistencia de la ternura.
Si César a pesar de todos los pesares es capaz de mantener sus sueños cómo es posible que tanta gente con muchas más posibilidades que él, abandone la lucha por un futuro mejor.
En chicos como César alumbra victoriosa la permanente gambeta del amor contra todas las formas de la muerte y el poder.

lunes, 6 de julio de 2009

Comentario: Del que no se casa..

Arlt relata la historia de un hombre que lleva 8 años de noviazgo y que el motivo por el cual no se casa es por su bajo salario, lo que también lo lleva a que su suegra no lo acepte por no creerlo conveniente para su hija. Convencido de esto, el muchacho se propuso trabajar todo el tiempo necesario para lograr un sueldo digno para poder casarse, construir una familia y lo más importante, ¡conformar a su suegra!. Pasado el tiempo, consiguió un aumento, no del todo bueno, pero que iba a hacer posible concretar el anhelo de su novia y de su suegra... imaginando que ya nada le impide casarse, este hombre sigue buscando motivos para no casarse y de alguna manera trata de explicarle a su suegra el porque todavía no se puede casar, pero solo son motivos absurdos, que solo llevan a una sola conclusión: el miedo a afrontarlo. Del que no se casa, es mi texto elegido ya que relata una historia que me conmueve, pero que no me parece extraño, ya que pensándolo y comparándolo con la realidad que vivimos hoy en día suena cosa común en muchas personas. Casarse provoca en cada individuo una mezcla de sensaciones que muchas veces produce incertidumbre...las excusas, el temor, la falta de madurez, de responsabilidad y coraje, llevan a una persona a no sentirse capaz de poder concretar un matrimonio, o que consecuentemente fracase por dichos factores...

Diez motivos para no casarse

Comentario: "Soliloquio del solteron"

"Soliloquio del solteron"


Lo que opino sobre el aguafuerte escrito por Roberto Arlt, que el expresa mediante èste, su sentimiento y forma de pensar sobre las mujeres. El que tenia una vida muy pacifica , sin nadie que lo molestara, sin una mujer que viera en cada mañana al despertar, una vida mas o menos solitaria, tenia muy firme su opinion sobre las mujeres debido a su experiencia en el amor, y quiere morir solo. A este aguafuerte lo relaciono mucho con lo que se vive actualmente, o lo que veo yo desde mis 16 años de poca experiencia en el tema: cada vez hay menos parejas y mas divorcios, cada vez son las personas que viven solas, y tambien,mucha gente que sigue firme con su pensamiento de "que sin un matrimonio no es feliz".

Del que no se casa




DEL QUE NO SE CASA


Yo me hubiera casado. Antes sí, pero ahora no. ¿Quién es el audaz que se casa con las cosas como están hoy?

Yo hace ocho años que estoy de novio. No me parece mal, porque uno antes de casarse "debe conocerse" o conocer al otro, mejor dicho, que el co­nocerse uno no tiene importancia, y conocer al otro, para embromarlo, sí vale.

Mi suegra, o mi futura suegra, me mira y gruñe cada vez que me ve. Y si yo le sonrío me muestra los dientes como un mastín. Cuando está de buen humor lo que hace es negarme el saludo o hacer que no distingue la mano que le extiendo al saludarla, y eso que para ver lo que no le importa tiene una mirada agudísima.

A los dos años de estar de novio, tanto "ella" como yo nos acordamos que para casarse se necesita empleo, y si no empleo, cuando menos trabajar con capital propio o ajeno.

Empecé a buscar empleo. Puede calcularse un término medio de dos años la busca de empleo. Si tiene suerte, usted se coloca al año y medio, y si anda en la mala, nunca. A todo esto, mi novia y la madre andaban a la gre­ña. Es curioso: una, contra usted, y la otra, a su favor, siempre tiran a lo mis­mo. Mi novia me decía:

-Vos tenés razón, pero ¿cuándo nos casamos, querido?

Mi suegra, en cambio:

-Usted no tiene razón de protestar, de manera que haga el favor de de­cirme cuándo se puede casar.

Yo, miraba. Es extraordinariamente curiosa la mirada del hombre que está entre una furia amable y otra rabiosa. Se me ocurre que Carlitos Cha­plín nació de la conjunción de dos miradas así. El estaría sentado en un ban­quito, la suegra por un lado lo miraba con fobia, por el otro la novia con pa­sión, y nació Charles, el de la dolorosa sonrisa torcida.

Le dije a mi suegra (para mí una futura suegra está en su peor fase du­rante el noviazgo) sonriendo con melancolía y resignación, que cuando con­siguiera empleo me casaba y un buen día consigo un puesto, ¡qué puesto!... ¡ciento cincuenta pesos!

Casarse con ciento cincuenta pesos significa nada menos que ponerse una soga al cuello. Reconocerán ustedes con justísima razón, aplacé el ma­trimonio hasta que me ascendieran. Mi novia movió la cabeza aceptando mis razonamientos (cuando son novias, las mujeres pasan por un fenómeno cu­rioso, aceptan todo los razonamientos; cuando se casan el fenómeno se in­vierte, somos los hombres los que tenemos que aceptar sus razonamientos). Ella aceptó y yo tuve el orgullo de afirmar que mi novia era inteligente.

Me ascendieron a doscientos pesos. Cierto es que doscientos pesos son más que ciento cincuenta, pero el día que me ascendieron descubrí que con un poco de paciencia se podía esperar otro ascenso más, y pasaron dos años. Dos, más dos, más dos, seis años. Mi novia puso cara de "piola", y entonces con gesto dig­no de un héroe hice cuentas. Cuentas claras y más largas que las cuentas grie­gas que, según me han dicho, eran interminables. Le demostré con el lápiz en una mano, el catálogo de los muebles en otra y un presupuesto de Longobardi encima de la mesa, que era imposible todo casorio sin un sueldo mínimo de tres­cientos pesos, cuando menos, doscientos cincuenta. Casándose con doscientos cincuenta había que invitar con masas podridas a los amigos.

Mi futura suegra escupía veneno. Sus ímpetus llevaban un ritmo mental su­mamente curioso, pues oscilaban entre el homicidio compuesto y el asesinato triple. Al mismo tiempo que me sonreía con las mandíbulas, me daba puñala­das con los ojos. Yo la miraba con la tierna mirada de un borracho consuetudi­nario que espera "morir por su ideal". Mi novia, pobrecita, inclinaba la cabe­za meditando en las broncas intestinas, esas verdaderas batallas de conceptos forajidos que se largan cuando el damnificado se encuentra ausente.

Al final se impuso el criterio del aumento. Mi suegra estuvo una semana en que se moría y no se moría; luego resolvió martirizar a sus prójimos durante un tiempo más y no se murió. Al contrario, parecía veinte años más joven que cuando la conociera. Manifestó deseos de hacer un contrato treintenario por la casa que ocupaba, propósito que me espeluznó. Dijo algo entre dientes que me sonó a esto: "Le llevaré flores". Me imagino que su antojo de llevarme flores no llegaría hasta la Chacarita. En fin, a todas luces mi futura suegra reveló la intención de vivir hasta el día que me aumentaran el sueldo a mil pesos.

Llegó el otro aumento. Es decir el aumento de setenta y cinco pesos.

Mi suegra me dijo en un tono que se podía conceptuar de irónico si no fuera agresivo y amenazador:

-Supongo que no tendrá intención de esperar otro aumento. Y cuando le iba a contestar estalló la revolución.

Casarse bajo un régimen revolucionario sería demostrar hasta la eviden­cia que se está loco. O cuando menos que se tienen alteradas las facultades men­tales.

Yo no me caso. Hoy se lo he dicho:

-No, señora, no me caso. Esperemos que el gobierno convoque a elec­ción y a que resuelva si se reforma la Constitución o no. Una vez que el Con­greso esté constituido y que todas las instituciones marchen como deben yo no pondré ningún inconveniente al cumplimiento de mis compromisos. Pe­ro hasta tanto el Gobierno provisional no entregue el poder al Pueblo Sobe­rano, yo tampoco entregaré mi libertad. Además que pueden dejarme cesante.


SOLILOQUIO DEL SOLTERON

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Me miro el dedo gordo del pie, y gozo.

Gozo porque nadie me molesta. Igual que una tortuga, a la mañana, saco la cabeza debajo la caparazón de mis colchas y me digo, sabrosa­mente, moviendo el dedo gordo del pie:

-Nadie me molesta. Vivo solo, tranquilo y gordo como un archi­preste glotón.

Mi camita es honesta, de una plaza y gracias. Podría usarla sin repa­ro ninguno el Papa o el arzobispo.

A las ocho de la mañana entra a mi cuarto la patrona de la pensión, una señora gorda, sosegada y maternal. Me da dos palmaditas en la es­palda y me pone junto al velador la taza de café con leche y pan con man­teca. Mi patrona me respeta y considera. Mi patrona tiene un loro que dice: "¡Ajuá! ¿Te fuiste? Que te vaya bien", y el loro y la patrona me consuelan de que la vida sea ingrata para otros, que tienen mujer y, ade­más de mujer, una caterva de hijos.

Soy dulcemente egoísta y no me parece mal.

Trabajo lo indispensable para vivir, sin tener que gorrear a nadie, y soy pacífico, tímido y solitario. No creo en los hombres, y menos en las mujeres, mas esta convicción no me impide buscar a veces el trato de ellas, porque la experiencia se afina en su roce, y además no hay mujer, por mala que sea, que no nos haga indirectamente algún bien.

Me gustan las muchachitas que se ganan la vida. Son las únicas mu­jeres que provocan en mí un respeto extraordinario, a pesar de que no siempre son un encanto. Pero me gustan porque afirman un sentimiento de independencia, que es el sentido interior que rige mi vida.

Más me gustan todavía las mujeres que no se pintan. Las que se la­van la cara, y con el cabello húmedo, salen a la calle, causando una sen­sación de limpieza interior y exterior que haría que uno, sin escrúpulos de ninguna clase, les besara encantado los pies.

No me gustan los chicos, sino excepcionalmente. En todo chiquillo, casi siempre se descubren fisonómicamente los rastros de las pillerías de los padres, de manera que sólo me agradan a la distancia y cuando pienso artificialmente con el pensamiento de los demás que coinciden en decir: "¡Qué chicos, son un encanto!", aunque es mentira.

Me baño todos los días en invierno y verano. Tener el cuerpo limpio me parece que es el comienzo de la higiene mental.

Creo en el amor cuando estoy triste, cuando estoy contento miro a ciertas mujeres como si fueran mis hermanas, y me agradaría tener el po­der de hacerlas felices, aunque no se me oculta que tal pensamiento es un disparate, pues si es imposible que un hombre haga feliz a una sola mujer, menos todavía a todas.

He tenido varias novias, y en ellas descubrí únicamente el interés de casarse, cierto es que dijeron quererme, pero luego quisieron también a otros, lo cual demuestra que la naturaleza humana es sumamente inesta­ble, aunque sus actos quieran inspirarse en sentimientos eternos. Y por eso no me casé con ninguna.

Personas que me conocen poco dicen que soy un cínico; en verdad, soy un hombre tímido y tranquilo, que en vez de atenerse a las aparien­cias busca la verdad, porque la verdad puede ser la única guía del vivir honrado.

Mucha gente ha tratado de convencerme de que formara un ho­gar; al final descubrí que ellos serían muy felices si pudieran no tener hogar.

Soy servicial en la medida de lo posible y cuando mi egoísmo no se resiente mucho, aunque me he dado cuenta que el alma de los hombres está constituida de tal manera, que más pronto olvidan el bien que se les ha hecho que el mal que no se les causó.

Como todos los seres. humanos he localizado muchas mezquindades en mí y más me agradaría no tener ninguna, mas al final me he convenci­do que un hombre sin defectos sería inaguantable, porque jamás le daría motivo a sus prójimos para hablar mal de él, y lo único que nunca se le perdona a un hombre, es su perfección.

Hay días que me despierto con un sentimiento de dulzura florecien­do en mi corazón. Entonces me hago escrupulosamente el nudo de la cor­bata y salgo a la calle, y miro amorosamente las curvas de las mujeres. Y doy las gracias a Dios por haber fabricado un bicho tan lindo, que con su sola presencia nos enternece los sentidos y nos hace olvidar todo lo que hemos aprendido a costa del dolor.

Si estoy de buen humor, compro un diario y me entero de lo que pasa en el mundo, y siempre me convenzo de que es inútil que pro­grese la ciencia de los hombres si continúan manteniendo duro y agrio su corazón como era el corazón de los seres humanos hace mil años.

Al anochecer vuelvo a mi cuartujo de cenobita, y mientras espero que la sirvienta -una chica muy bruta y muy irritable- ponga la mesa, "sotto voce" canturreo Una furtiva lágrima, o sino Addio del passato o Bei giorni ridenti... Y mi corazón se anega de una paz maravillosa, y no me arrepiento de haber nacido.

No tengo parientes, y como respeto la belleza y detesto la des­composición, me he inscripto en la sociedad de cremaciones para que el día que yo muera el fuego me consuma y quede de mí, como úni­co rastro de mi limpio paso sobre la tierra, unas puras cenizas.



COMENTARIO:


Comentario: "La muchacha del atado"

La muchacha del atado:



Roberto Arlt, ve en esas muchachas, practicamente niñas... Niñas pobres, niñas con carencias niñas que sufren desde el dia que nacen, la desgracia de vivir en la miseria. Son la clase de jovencitas que no disfrutaron de una infancia, que tuvieron que soltar los juguetes antes de tiempo, para hacerse cargo de un hermanito, o de la casa... O tuvieron que salir a trabajar. Todos los días, la misma rutina... Tener que salir a luchar, a " romperse el lomo", para conseguir muy poco, para ayudar a la precaria economía del hogar.

Se las ve cansadas, nerviosas. Son esa clase de personas que sufren desde que nacen. Esas personas que no se detienen a pensar en felicidades, porque deben cargar con demasiadas responsabilidades.

Se pasan toda su vida trabajando para su casa, sus hermanos, su esposo o sus hijos. Pero trabajan en fin.

Hoy en día existen muchas chicas que sufren esta realidad, ya no sea una muchacha de atado, la realidad de tener que hacerse adultas jovenes, de cargar con responsabilidades tempranamente, de perder parte de su vida, de no disfrutar las etapas de ésta, porque deben trabajar, trabajar para un sistema que les retr¡buye muy poco. Su vida no es vida, es trabajo.

LA MUCHACHA DEL ATADO:

LA MUCHACHA DEL ATADO

Todos los días, a las cinco de la tarde, tropiezo con muchachas que vienen de buscar costura.
Flacas, angustiosas, sufridas. El polvo de arroz no alcanza a cubrir las gargantas donde se marcan los tendones; y todas caminan con el cuerpo inclinado a un costado: la costumbre de llevar el atado siempre del brazo opuesto:
Y los bultos son macizos, pesados: dan la sensación de contener plomo: de tal manera tensionan la mano.
No se trata de hacer sentimentalismo barato. No. Pero más de una vez me he quedado pensando en estas vidas, casi absolutamente dedicadas al trabajo. Y si no, veamos.
Cuando estas muchachas cumplieron ocho o nueve años, tuvieron que cargar un hermanito en los brazos. Usted, como yo, debe haber visto en el arrabal estas mocosas que cargan un pebetito en el brazo y que ce pasean por la vereda rabiando contra el mocoso, y vigiladas por la madre que salpicaba agua en la batea.
Así hasta los catorce años. Luego, el trabajo de ir a buscar costuras; las mañanas y las tardes inclinadas sobre la Neumann o la Singer, haciendo pasar todos los días metros y más metros de tela y terminando a las cuatro de la tarde, para cambiarse, ponerse el vestido de percal, preparar el paquete y salir; salir cargadas y volver lo mismo, con otro bulto que hay que "pasarlo a la máquina". La madre siempre lava la ropa; la ropa de los hijos, la ropa del padre. Y ésas son las muchachas que los sábados a la tarde escuchan la voz del hermano, que grita:
-Che, Angelita: apurate a plancharme la camisa, que tengo que salir.
Y Angelita, María o Juana, la tarde del sábado trabajan para los hermanos. Y planchan cantando un tango que aprendieron de memoria en El Alma que Canta; que esto, las novelas por entregas y alguna sección de biógrafo, es la única fiesta de las muchachas de que hablo.
Digo que estas muchachas me dan lástima. Un buen día se ponen de novias, y no por eso dejan de trabajar, sino que el novio (también un muchacho que la yuga todo el día) cae a la noche a la casa a hacerle el amor.
Y como el amor no sirve para pagar la libreta del almacén, trabajan hasta tres días antes de casarse, y el casamiento no es un cambio de vida para la mujer de nuestro ambiente pobre, no; al contrario, es un aumento de trabajo, y a la semana de casados se puede ver a estas mujercitas sobre la máquina. Han vuelto a la costura, y al año hay un pibe en la cuna, y esa muchacha ya está arrugada y escéptica, ahora tiene que trabajar para el hijo, para el marido, para la casa... Cada año un nuevo hijo y siempre más preocupaciones y siempre la misma pobreza; la misma escasez, la misma medida del dinero, el igual problema que existía en la casa de sus padres, se repite en la suya, pero mayor y más arduo.
Y ahora las ve usted a estas mujeres cansadas, flacas, feas, nerviosas, estridentes.
Y todo ello ha sido originado por la miseria, por el trabajo; y de pronto usted asocia los años de vida, hasta la madurez y con asombro, casi mezclado de espanto, se pregunta uno:
-En tantos años de vida, ¿cuántos minutos dé felicidad han tenido estas mujeres?
Y usted, con terror, siente que desde adentro le contesta una voz que estas mujeres no fueron nunca felices. ¡Nunca! Nacieron bajo el signo del trabajo y desde los siete o nueve años hasta el día en que se mueren, no han hecho nada más que producir, producir costura e hijos, eso y lo otro, y nada más.
Cansadas o enfermas, trabajaron siempre. ¿Que el marido estaba sin' trabajo? ¿Que un hijo se enfermó y había que pagar deudas? ¿Que murieron los viejos y hubo que empeñarse para el entierro? Ya ve usted; nada más que un problema: el dinero, la escasez de dinero. Y junto a esto una espalda encorvada, unos ojos que cada vez van siendo menos brillosos, un rostro que año tras año se va arrugando un poquito más, una voz que pierde a medida que pasa el tiempo todas las inflexiones de su primitiva dulzura, una boca que sólo se abre para pronunciar estas palabras:
-Hay que hacer economía. No se puede gastar.
Si uste no ha leído El sueño de Makar, de Vladimiro Korolenko, trate de leerlo.
El asunto es éste. Un campesino que va a ser juzgado por Dios. Pero Dios, que lleva una cuenta de todas las barrabasadas que hacemos nosotros los mortales, le dice al campesino:
-Has sido un pillete. Has mentido. Te has emborrachado. Le has pegado a tu mujer. Le has robado y levantado falso testimonio a tu vecino. -Y la balanza cargada de las culpas de Makar se inclina cada vez más hacia el infierno, y Makar trata de hacerle trampa a Dios pisando el platillo adverso; pero aquél lo descubre, y entonces insiste-: ¿Ves como tengo razón? Eres un tramposo, además. Tratas de engañarme a mí, que soy Dios.
Pero, de pronto, ocurre algo extraño. Makar, el bruto, siente que una indignación se despierta en su pecho, y entonces, olvidándose que está en presencia de Dios, se enoja, y comienza a hablar; cuenta sus sacrificios, sus penas, sus privaciones. Cierto es que le pegaba a su mujer, pero le pegaba porque estaba triste; cierto es que mentía, pero otros que tenían mucho más que él también mentían y robaban. Y Dios se va apiadando de Makar, comprende que Makar ha sido, sobre la tierra, como la organización social lo había moldeado, y súbitamente, las puertas del Paraíso se abren para él, para Makar.
Me acordé del sueño de Makar, pensando que alguien in mente diría que no conocía yo los defectos de la gente que vive siempre en la penuria y en la pena. Ahora sabe usted el porqué de la cita, y lo que quiere decir el "sueño de Makar".

Discurso que tendrí éxito

He aquí el texto del discurso: "Señores":
"Aspiro a ser diputado, porque aspiro a robar en grande y a `acomodarme' mejor."
"Mi finalidad no es salvar al país de la ruina en la que lo han hundido las anteriores
administraciones de compinches sinvergüenzas; no, señores, no es ese mi elemental
propósito, sino que, íntima y ardorosamente, deseo contribuir al trabajo de saqueo con que se
vacían las arcas del Estado, aspiración noble que ustedes tienen que comprender es la más
intensa y efectiva que guarda el corazón de todo hombre que se presenta a candidato a
diputado."
"Robar no es fácil, señores. Para robar se necesitan determinadas condiciones que
creo no tienen mis rivales. Ante todo, se necesita ser un cínico perfecto, y yo lo soy, no lo
duden, señores. En segundo término, se necesita ser un traidor, y yo también lo soy, señores.
Saber venderse oportunamente, no desvergonzadamente, sino "evolutivamente". Me permito
el lujo de inventar el término que será un sustitutivo de traición, sobre todo necesario en estos
tiempos en que vender el país al mejor postor es un trabajo arduo e ímprobo, porque tengo
entendido, caballeros, que nuestra posición, es decir, la posición del país no encuentra postor
ni por un plato de lentejas en el actual momento histórico y trascendental. Y créanme,
señores, yo seré un ladrón, pero antes de vender el país por un plato de lentejas, créanlo...,
prefiero ser honrado. Abarquen la magnitud de mi sacrificio y se darán cuenta de que soy un
perfecto candidato a diputado."
"Cierto es que quiero robar, pero ¿quién no quiere robar? Díganme ustedes quién es el
desfachatado que en estos momentos de confusión no quiere robar. Si ese hombre honrado
existe, yo me dejo crucificar. Mis camaradas también quieren robar, es cierto, pero no saben
robar. Venderán al país por una bicoca, y eso es injusto. Yo venderé a mi patria, pero bien
vendida. Ustedes saben que las arcas del Estado están enjutas, es decir, que no tienen un mal
cobre para satisfacer la deuda externa; pues bien, yo remataré al país en cien mensualidades,
de Ushuaia hasta el Chaco boliviano, y no sólo traficaré el Estado, sino que me acomodaré
con comerciantes, con falsificadores de alimentos, con concesionarios; adquiriré armas
inofensivas para el Estado, lo cual es un medio más eficaz de evitar la guerra que teniendo
armas de ofensiva efectiva, le regatearé el pienso al caballo del comisario y el bodrio al
habitante de la cárcel, y carteles, impuestos a las moscas y a los perros, ladrillos y
adoquines... ¡Lo que no robaré yo, señores! ¿Qué es lo que no robaré?, díganme ustedes. Y si
ustedes son capaces de enumerarme una sola materia en la cual yo no sea capaz de robar,
renuncio "ipso facto" a mi candidatura..."
"Piénsenlo aunque sea un minuto, señores ciudadanos. Piénsenlo. Yo he robado. Soy
un gran ladrón. Y si ustedes no creen en mi palabra, vayan al Departamento de Policía y
consulten mi prontuario. Verán qué performance tengo. He sido detenido en averiguación de
antecedentes como treinta veces; por portación de armas -que no llevaba- otras tantas, luego
me regeneré y desempeñé la tarea de grupí, rematador falluto, corredor, pequero,
extorsionista, encubridor, agente de investigaciones, ayudante de pequero porque me
exoneraron de investigaciones; fui luego agente judicial, presidente de comité parroquial,
convencional, he vendido quinielas, he sido, a veces, padre de pobres y madre de huérfanas,
tuve comercio y quebré, fui acusado de incendio intencional de otro bolichito que tuve...
Señores, si no me creen, vayan al Departamento... verán ustedes que yo soy el único entre
todos esos hipócritas que quieren salvar al país, el absolutamente único que puede rematar la
última pulgada de tierra argentina... Incluso, me propongo vender el Congreso e instalar un
conventillo o casa de departamento en el Palacio de Justicia, porque si yo ando en libertad es
que no hay justicia, señores..."
Con este discurso, la matan o lo eligen presidente de la República.

Comentario:
Esta aguafuerte trata de un discurso dado por una persona que se postula para diputado.
El hecho de hablar con sinceridad, diciendo que va a robar mucho y las revelaciones que hace para afirmar esto, demuestra que es lo que hacen los diputados que son elegidos en la actualidad; aunque ellos lo hacen vendiendo discursos falsos a la población, tratando de así convencerlos. Diciendo que serían capaces de llevar a delante al país
“[…] salvando al país de la ruina en la que lo han hundido las anteriores administraciones de compinches sinvergüenzas […]”
“Con este discurso, la matan o lo eligen presidente de la República.” --> Esto a mi entender, quiere decir, que con este discurso ninguna persona lo elegiría, pero de cierta manera, lo terminamos eligiendo ya que sabemos que cuando dan los discursos estos son falsos y sabemos que van a hacer todo lo contrario que dijeron. Cuando hablo de que hacen todo lo contrario, hablo de las cosas que pretende hacer el candidato de la aguafuerte de Arlt.
Esta es una de las razones en la que el país siempre está en ruinas, porque todo el tiempo están presentes los robos y la mala posición de la que habla el autor. La necesidad de robar del gobierno por adquirir más dinero aprovechándose del país y la necesidad de robar de todos provocada por este aprovechamiento del gobierno.
La Tragedia de un Hombre Honrado.

Comentario.

Arce Juan Cruz.

Yo opino que este hombre al que lo llama "honrado" es muy avaro y no ama tanto a su mujer como piensa art, porque si fuese así dejaría esos 2 pesos con 75 centavos de lado y sacaría a su mujer de la vista de todos los hombres que asisten al café.
Roberto Art habrá creado esta aguafuerte concurriendo a un bar, y observando lo que ocurría en este lugar. Mirando como el el dueño de este lugar estaba en un dilema: "El dinero o el amor".
LA TRAGEDIA DE UN HOMBRE HONRADO


Todos los días asisto a la tragedia de un hombre honrado. Este hombre honrado tiene
un café que bien puede estar evaluado en treinta mil pesos o algo más. Bueno: este hombre
honrado tiene una esposa honrada.
A esta esposa honrada la ha colocado a cuidar la victrola. Dicho procedimiento le
ahorra los ochenta pesos mensuales que tendría que pagarle a una victrolista. Mediante este
sistema, mi hombre honrado economiza, al fin del año, la respetable suma de novecientos
sesenta pesos sin contar los intereses capitalizados. Al cabo de diez años tendrá ahorrados...
Pero mi hombre honrado es celoso. ¡Vaya si he comprendido que es celoso!
Levantando la guardia tras la caja, vigila, no sólo la consumición que hacen sus parroquianos, sino también las miradas de éstos para su mujer. Y sufre. Sufre honradamente. A veces se pone pálido, a veces le fulguran los ojos. ¿Por qué? Porque alguno se embota más de lo
debido con las regordetas pantorrillas de su cónyuge. En estas circunstancias, el hombre
honrado mira para arriba, para cerciorarse si su mujer corresponde a las inflamadas ojeadas
del cliente, o si se entretiene en leer una revista. Sufre. Yo veo que sufre, que sufre
honradamente; que sufre olvidando en ese instante que su mujer le aporta una economía
diaria de dos pesos sesenta y cinco centavos; que su legitima esposa aporta a la caja de ahorros
novecientos sesenta pesos anuales. Sí, sufre. Su honrado corazón de hombre prudente en
lo que atañe al dinero, se conturba y olvida de los intereses cuando algún carnicero, o
cuidador de ómnibus, estudia la anatomía topográfica de su también honrada cónyuge.
Pero más sufre aún cuando, el que se deleita contemplando los encantos de su esposa, es algún
mozalbete robusto, con bigotitos insolentes y espaldas lo suficientemente poderosas como
para poder soportar cualquier trabajo extraordinario. Entonces mi hombre honrado mira
desesperadamente para arriba. Los celos que los divinos griegos inmortalizaron, le
desencuadernan la economía, le tiran abajo la quietud, le socavan la alegría de ahorrarse dos
pesos sesenta y cinco centavos por día; y desesperado hace rechinar los dientes y mira a su
cliente como si quisiera darle tremendos mordiscones en los riñones.
Yo comprendo, sin haber hablado una sola palabra con este hombre, el problema que
está encarando su alma honrada. Lo comprendo, lo interpreto, lo "manyo". Este hombre se
encuentra ante un dilema hamletiano, ante el problema de la burra Balaam, ante... ¡ante el
horrible problema de ahorrarse ochenta mangos mensuales! Son ochenta pesos. ¿Saben
ustedes los bultos, las canastas, las jornadas de dieciocho horas que éste trabajó para ganar
ochenta pesos mensuales? No; nadie se lo imagina.
De allí que lo comprendo. Al mismo tiempo quiere a su mujer. ¡Cómo no la va a
querer! Pero no puede menos de hacerla trabajar, como el famoso tacaño de Anatole France
no pudo menos de cortarle unas rebarbas a las monedas de oro qué le ofrecía a la Virgen:
seguía fiel a su costumbre.
Y ochenta pesos son ocho billetes de a diez pesos, dieciséis de a cinco y... dieciséis
billetes de a cinco pesos, son plata... son plata...
Y la prueba de que nuestro hombre es honrado, es que sufre en cuanto empiezan a
mirarle a la cónyuge. Sufre visiblemente. ¿Qué hacer? ¿Renunciar a los ochenta pesos, o
resignarse a una posible desilusión conyugal?
Si este hombre no fuera honrado, no le importaría que le cortejaran a su propia
esposa. Más aún, se dedicaría como el célebre señor Bergeret, a soportar estoicamente su
desgracia.
No; mi cafetero no tiene pasta de marido extremadamente complaciente. En él todavía
late el Cid, don Juan, Calderón de la Barca y toda la honra de la raza, mezclada a la
terribilísima avaricia de la gente del terruño.
Son ochenta pesos mensuales. ¡Ochenta! Nadie renuncia a ochenta pesos mensuales
porque sí. El ama a su mujer; pero su amor no es incompatible con los ochenta pesos.
También ama su frente limpia de todo adorno, y también ama su comercio, la
economía bien organizada, la boleta de depósito en el banco, la libreta de cheques. ¡Cómo
ama el dinero este hombre honradísimo, malditamente honrado!
A veces voy a su café y me quedo una hora, dos, tres. El cree que cuando le miro a la
mujer estoy pensando en ella, y está equivocado. En quien pienso es en Lenin... en Stalin... en
Trotzky... Pienso con una alegría profunda y endemoniada en la cara que este hombre pondría
si mañana un régimen revolucionario le dijera:
-Todo su dinero es papel mojado.



Comentario Sobre: "La Terrible Sinceridad"




A pesar de lo mucho que nos esmeramos nadie es 100% sincero, porque la verdad duele, engaña, satisface, etc.
La pregunta que hace Arlt es algo que creo que deberíamos preguntarnos todos: "¿Soy sincero conmigo mismo?" Cuando uno llega a hacerce esta pregunta, y puede contestarla, sea cual sea esa respuesta, creanme que esa persona esta siendo sincera.
Cuando Arlt habla hacerca del la fuerza de la sinceridad, no esta equivocado. La sinceridad tiene una fuerza propia, que hace que el que la domine pueda resolver cualquier tipo de problemas.
¿Quien alguna ves no lo penso 2 o más veces antes de decirle a sus padres una mentira y evitar un regaño, en ves de decir la verdad y no perjudicar a nadie?
La mentira te calcome por dentro y se nota por fuera, en cambio la sinceridad te libera por dentro y se nota por fuera.
Es sabido que la sinceridad no es el camino mas facil, pero si el alma esta tranquila, la mente funciona mejor. A pesar de todos los obstaculos de la vida la sinceridad esel camino mas conveniente a la felicidad.
Lamentablemente hoy en día, la sinceridad es uno de los valores que la sociedad todiavía no a adoptado. Se a puesto un modelo, el modelo del camino facil.
Tal ves sea este, una de las razones por la cual la pótica, los gobernates, etc. son tan mal vistos. Pero ellos no inventaron nada, ellos son solo una parte de la gran mentira que rodea al mundo.
Por suerte este valor no esta extinto. Creo, y estoy seguro de que puede ser más que un sueño, un anelo. Depende de una sola y exclisiba persona lograr que la sinceridad se extienda desde los ricones más inospitos hasta c/u de los seres humanos, esta persona no esta tan lejos, solo hay que saber mirar con ojos siceros, los ojos de a verdad, con los ojos de la justicia. Esa persona no es tan diferente a vos, si miras bien en el espejo lo encontrarás.
Esto no es muy dificil, pero tampoco facil, pero estoy seguro que entre todos lo lograremos.

Espero que no los haya aburrido, un saludo grande!

La cancion que les dejo a continuación no es muy linda, pero piensen mejor en la letra:


Esta es una refleccion muy linda que enontré:

Rivero Franco

¡ATENTI, NENA, QUE EL TIEMPO PASA!
Mi comentario:
Lo que observo el autor, para crea esta Aguafuerte, es mirar a la pareja cmo actua, (no tanto a la pareja. si no la actitudes de la chica) y da ahi en mas pensaba sobre la situacion, la analizaba, tambien pensabalo que podia pasarle. Esto lo podemos relacionar con la actualidad ya que hoy en dia no hay parejas que duren mucho, o no la valoran mucho.
Tambien habla de que hay que aprovechar el tiempo ya que el tiempo no vuelve, y para mi eso es tan cierto. Ya que uno avaces no sabe lo que tiene y no lo disfruta, y todo eso que tiene, de un dia para el otro desaparece!

¡ATENTI, NENA, QUE EL TIEMPO PASA!

¡ATENTI, NENA, QUE EL TIEMPO PASA!
Hoy, mientras venía en el tranvía, carpeteaba a una jovenzuela que, acompañada por el novio, ponía cara de hacerle un favor a éste permi­tiéndole que estuviera al lado. En todo el viaje no dijo otra palabra que no fuera sí o no. Y para ahorrarse saliva movía la "zabeca" como mula noriega. El gil que la acompañaba ensayaba todo el arte de conversa­ción, pero al ñudo; porque la nena se hacía la interesante y miraba al es­pacio como si buscara algo que fuera menos zanahoria que el acompa­ñante. Yo meditaba broncas filosóficas al tiempo que pensaba. En tanto las cuadras pasaban y el Romeo de marras venía dale que dale, conversando con la nena que me ponía nervioso de verla tan consentida. Y sobrándo­la, yo le decía "in mente": -Nena, no te hablaré del tiempo, del concepto matemático del ran­tifuso tiempo que tenían Spencer, Poincaré, Einstein y Proust. No te ha­blaré, del tiempo espacio, porque sos muy burra para entenderme; pero atendé estas razones que son de hombre que ha vivido y que preferiría vender verdura a escribir: "No lo desprecies al tipo que llevás al lado. No, nena; no lo despre­cies. "El tiempo, esa abstracción matemática que revuelve la sesera a to­dos los otarios con patentes de sabios, existe, nena. Existe para escarnio de tu trompita que dentro de algunos años tendrá más arrugas que guan­te de vieja o traje de cesante. "¡Atenti, piba, que los siglos corren! "Cierto es que tu novio tiene cara de zanahoria, con esa nariz fuera de ordenanza y los "tegobitos" como los de una foca. Cierto que en cada fosa nasal puede llevar contrabando, y que tiene la mirada pitañosa co­mo sirviente sin sueldo o babión sin destino, cierto que hay muchachos más lindos, más simpáticos, más ranas, más prácticos para pulsar la vi­huela de tu corazón y cualquier cosa que se le ocurra al que me lee. Cierto es. Pero el tiempo pasa, a pesar de que Spencer decía que no existía y Einstein afirme que es una realidad de la geometría euclidiana que no tie­ne minga que ver con las otras geometrías... ¡Atenti, nena, que el tiempo pasa! Pasa. Y cada día merma el stock de giles. Cada día desaparece un zonzo de la circulación. Parece mentira, pero así no más es. "Te adivino el pensamiento, percalera. Es éste: “Puede venir otro me­jor”... "Cierto... Pero pensá que todos quieren tomarle tacto a la mercade­ría, pulsar la estofa, saber lo que compran para batir después que no les gusta, y ¡qué diablo! Recordate que ni en las ferias se permite tocar la manteca, que la ordenanza municipal en los puestos de los turcos bien claro lo dice: “Se prohibe tocar la carne”, pero que esas ordenanzas en la caza del novio, en el clásico del civil, no rezan, y que muchas veces hay que infringir el digesto municipal para llegar al registro nacional. "¿Que el hombre es feo como un gorila? Cierto es; pero si te acos­tumbrás a mirarlo te va a parecer más lindo que Valentino. Después que un novio no vale por la cara, sino por otras cosas. Por el sueldo, por lo empacador de vento que sea, por lo cuidadoso del laburo... por los as­censos que puede tener... en fin... por muchas cosas. Y el tiempo pasa, nena. Pasa al galope; pasa con bronca. Y cada día merma el stock de los zanahorias; cada día desaparece de la circulación un zonzo. Algunos que se mueren, otros que se avivan..." Así iba yo pensando en el bondi donde la moza las iba de interesante por el señor que la acompañaba. Juro que la autoengrupida no pronun­ció media docena de palabras durante todo el viaje, y no era yo sólo el que la venía carpeteando, sino que también otros pasajeros se fijaron en el silencio de la fulana, y hasta sentíamos bronca y vergüenza, porque el mal trago lo pasaba un hombre, y ¡qué diablos! al fin y al cabo, entre los leones hay alguna solidaridad, aunque sea involuntaria. En Caballito, la niña subió a una combinación, mientras que el gil se quedó en la acera esperando que el bondi rajara. Y ella desde arriba y él desde la rúa, se miraban con comedia de despedida sin consuelo. Y cuando el gaita mótorman arrancó, él, como quien saluda a una prince­sa, se quitó el capelo mientras que ella digitaleaba en el espacio como si se alejara en un "píccolo navío". Y fijándome en la pinta déla dama, nuevamente reflexioné: -¡Atenti, nena, que el tiempo raja! Todavía estás a tiempo de atra­par al zonzo que tratás con prepotencia, pero no te ilusiones. "Vienen años de miseria, de bronca, de revolución, de dictadura, de quiebras y de concordatos. Vienen tiempos de encarecimientos. El que más, el que menos, galgueará en la rúa en busca del sustento cotidiano. No seas, entonces, baguala con el hombre, y atendelo como es debido. Meditá. Hoy, todavía, lo tenés al lado; mañana podés no tenerlo. Conversalo, que es lo que menos cuesta. Pensá que a los hombres no les gustan las novias silenciosas, porque barruntan que bajo el silencio se esconde una mala pécora y una tía atimada, zorrina y broncosa. ¡Atenti, nena; que el tiempo no vuelve!..."

Hoy, mientras venía en el tranvía, carpeteaba a una jovenzuela que, acompañada por el novio, ponía cara de hacerle un favor a éste permi­tiéndole que estuviera al lado. En todo el viaje no dijo otra palabra que no fuera sí o no. Y para ahorrarse saliva movía la "zabeca" como mula noriega. El gil que la acompañaba ensayaba todo el arte de conversa­ción, pero al ñudo; porque la nena se hacía la interesante y miraba al es­pacio como si buscara algo que fuera menos zanahoria que el acompa­ñante. Yo meditaba broncas filosóficas al tiempo que pensaba. En tanto las cuadras pasaban y el Romeo de marras venía dale que dale, conversando con la nena que me ponía nervioso de verla tan consentida. Y sobrándo­la, yo le decía "in mente": -Nena, no te hablaré del tiempo, del concepto matemático del ran­tifuso tiempo que tenían Spencer, Poincaré, Einstein y Proust. No te ha­blaré, del tiempo espacio, porque sos muy burra para entenderme; pero atendé estas razones que son de hombre que ha vivido y que preferiría vender verdura a escribir: "No lo desprecies al tipo que llevás al lado. No, nena; no lo despre­cies. "El tiempo, esa abstracción matemática que revuelve la sesera a to­dos los otarios con patentes de sabios, existe, nena. Existe para escarnio de tu trompita que dentro de algunos años tendrá más arrugas que guan­te de vieja o traje de cesante. "¡Atenti, piba, que los siglos corren! "Cierto es que tu novio tiene cara de zanahoria, con esa nariz fuera de ordenanza y los "tegobitos" como los de una foca. Cierto que en cada fosa nasal puede llevar contrabando, y que tiene la mirada pitañosa co­mo sirviente sin sueldo o babión sin destino, cierto que hay muchachos más lindos, más simpáticos, más ranas, más prácticos para pulsar la vi­huela de tu corazón y cualquier cosa que se le ocurra al que me lee. Cierto es. Pero el tiempo pasa, a pesar de que Spencer decía que no existía y Einstein afirme que es una realidad de la geometría euclidiana que no tie­ne minga que ver con las otras geometrías... ¡Atenti, nena, que el tiempo pasa! Pasa. Y cada día merma el stock de giles. Cada día desaparece un zonzo de la circulación. Parece mentira, pero así no más es. "Te adivino el pensamiento, percalera. Es éste: “Puede venir otro me­jor”... "Cierto... Pero pensá que todos quieren tomarle tacto a la mercade­ría, pulsar la estofa, saber lo que compran para batir después que no les gusta, y ¡qué diablo! Recordate que ni en las ferias se permite tocar la manteca, que la ordenanza municipal en los puestos de los turcos bien claro lo dice: “Se prohibe tocar la carne”, pero que esas ordenanzas en la caza del novio, en el clásico del civil, no rezan, y que muchas veces hay que infringir el digesto municipal para llegar al registro nacional. "¿Que el hombre es feo como un gorila? Cierto es; pero si te acos­tumbrás a mirarlo te va a parecer más lindo que Valentino. Después que un novio no vale por la cara, sino por otras cosas. Por el sueldo, por lo empacador de vento que sea, por lo cuidadoso del laburo... por los as­censos que puede tener... en fin... por muchas cosas. Y el tiempo pasa, nena. Pasa al galope; pasa con bronca. Y cada día merma el stock de los zanahorias; cada día desaparece de la circulación un zonzo. Algunos que se mueren, otros que se avivan..." Así iba yo pensando en el bondi donde la moza las iba de interesante por el señor que la acompañaba. Juro que la autoengrupida no pronun­ció media docena de palabras durante todo el viaje, y no era yo sólo el que la venía carpeteando, sino que también otros pasajeros se fijaron en el silencio de la fulana, y hasta sentíamos bronca y vergüenza, porque el mal trago lo pasaba un hombre, y ¡qué diablos! al fin y al cabo, entre los leones hay alguna solidaridad, aunque sea involuntaria. En Caballito, la niña subió a una combinación, mientras que el gil se quedó en la acera esperando que el bondi rajara. Y ella desde arriba y él desde la rúa, se miraban con comedia de despedida sin consuelo. Y cuando el gaita mótorman arrancó, él, como quien saluda a una prince­sa, se quitó el capelo mientras que ella digitaleaba en el espacio como si se alejara en un "píccolo navío". Y fijándome en la pinta déla dama, nuevamente reflexioné: -¡Atenti, nena, que el tiempo raja! Todavía estás a tiempo de atra­par al zonzo que tratás con prepotencia, pero no te ilusiones. "Vienen años de miseria, de bronca, de revolución, de dictadura, de quiebras y de concordatos. Vienen tiempos de encarecimientos. El que más, el que menos, galgueará en la rúa en busca del sustento cotidiano. No seas, entonces, baguala con el hombre, y atendelo como es debido. Meditá. Hoy, todavía, lo tenés al lado; mañana podés no tenerlo. Conversalo, que es lo que menos cuesta. Pensá que a los hombres no les gustan las novias silenciosas, porque barruntan que bajo el silencio se esconde una mala pécora y una tía atimada, zorrina y broncosa. ¡Atenti, nena; que el tiempo no vuelve!..."