lunes, 30 de julio de 2012

Cronista: Tom Wolfe

Tom Wolfe es uno de los mejores escritores, periodistas y novelistas de EE.UU. Empezó trabajando como reportero, entre otras, para la publicación Rolling Stone, para pasar luego a ser un narrador de los usos y costumbres de la sociedad norteamericana, valiéndose del género literario de la novela. Además de su impagable y original estilo narrativo, su labor más sobresaliente es de cronista de una época, habiendo centrado sus trabajos en temas clave de la cultura americana del siglo XX: el viaje a la Luna, el mundo del dinero, o las aventuras de los hippys durante los años 60. Tom Wolfe, nacido en Richmond (Virginia) se reveló en los años 60 como genial reportero y agudísimo cronista. Fue el impulsor y teórico del llamado «nuevo periodismo», al que definió como el género literario más vivo de la época. Tom Wolfe, se doctoró en la universidad de Yale y vive en Nueva York. En la década de los sesenta se reveló como genial reportero y agudísimo cronista. Fue el impulsor y teórico del llamado «nuevo periodismo», al que definió como el género literario más vivo de la época y el más apto para captar los vertiginosos cambios y estilos de vida de las dos últimas décadas, arrebatando su primacía a la novela. Recordemos entre sus títulos La Izquierda Exquisita, La banda de la casa de la bomba, El nuevo periodismo, Los años del desmadre y las feroces sátiras sobre el arte moderno La palabra pintada y ¿Quién teme al Bauhaus feroz? Otras obras de Tom Wolfe publicadas por Anagrama son: Las Décadas Púrpura, En nuestro tiempo, Elegidos para la gloria (Lo que hay que tener), La hoguera de las vanidades y Ponche de ácido lisérgico.

 Una de sus creaciones: EL NUEVO PERIODISMO Traducción de José Luis Guarner. Fuente: The New Journalism. Primera edición: 1977. Séptima edición: 1998. Editorial Anagrama, S. A., 1976, Barcelona. ISBN: 84-339-1202-X. Primera parte, el nuevo periodismo. 1. EL JUEGO DEL REPORTAJE Dudo de que muchos de los ases que ensalzaré en este trabajo se hayan acercado al periodismo con la más mínima intención de crear un «nuevo» periodismo, un periodismo «mejor», o una variedad ligeramente evolucionada. Sé que jamás soñaron en que nada de lo que iban a escribir para diarios o revistas fuese a causar tales estragos en el mundo literario… a provocar un pánico, a destronar a la novela como número uno de los géneros literarios, a dotar a la literatura norteamericana de su primera orientación nueva en medio siglo… Sin embargo, esto es lo qué ocurrió. Bellow, Barth, Updike —incluso el mejor del lote, Philip Roth— están ahora repasando las historias de la literatura y sudan tinta, preguntándose dónde han ido a parar. Malditos sean todos, Saul, han llegado los Bárbaros… Dios sabe que nada nuevo abrigaba mi mente, y mucho menos en cuestiones literarias, cuando conseguí mi primer empleo en un periódico. Me impulsaba un ansia desatada y artificial hacia algo completamente distinto. Chicago, 1928, y todo lo que eso significaba… Reporteros borrachos huidos de los pupitres del News meando en el río al amanecer… Noches enteras en el bar escuchando cómo cantaba «Back of the Yards» un barítono que no era otra cosa que una tortillera ciega y solitaria con vasos de leche en vez de ojos… Noches enteras en la oficina de los detectives… Siempre era de noche en mis sueños sobre la vida periodística. Los reporteros jamás trabajaban de día. Yo quería la película entera, sin que le faltase una escena…

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