martes, 22 de septiembre de 2009

“La interminable espera”



La cola del supermercado: uno de los tantos lugares donde se junta el más variopinto grupo de gente. Y mucho más en los grandes hipermercados de las afueras de las ciudades, que miles de personas visitan con la intención de encontrar productos nuevos, precios más bajos, promociones y descuentos.
Cuando usted terminó de servirse de las góndolas todo lo que necesitaba (y lo que no también. ¿No me va a decir que, más de una vez, no compró algo que no le hacía falta, pero quiso “darse un gusto”?) llega el momento de “hacer la cola”. Se dirige hacia la caja y frena su “changuito” en el último lugar de lo que parece ser una interminable hilera de consumidores esperando pagar por lo que se llevan.
Y aquí es donde empieza nuestro viaje. Como toda situación cotidiana de la vida urbana la cola del supermercado tiene ya, sus actores principales. Esos personajes infaltables que, sin ellos, la espera no sería la misma. Empezamos por el changuito: la estrella del local. Está el que va lleno de todos los productos que necesita un ama de casa para atender a su familia. O el otro que tiene tres paquetes locos pero que su comprador no tenía ganas de acarrearlos en sus manos. O aquél que viene repleto de tiras de asado, chorizos y bebidas que van directo a una gran reunión de amigos. O, por qué no, ese que está vacío de productos del supermercado pero tiene un niño adentro que da un paseo con su papá mientras su mamá compra. Esos changuitos que ocupan más espacio del que deberían, que quedan cruzados en los pasillos interrumpiendo el paso, que a veces se frenan y cuesta arrancarlos.
Otro personaje de la cola son los niños. Los que lloran y hacen berrinches porque sus padres no les compran lo que quieren, los que hacen toda clase de preguntas que sus progenitores están hartos de responder. Los que inventan juegos y pretenden que mamá o papá los acompañen a jugar, o aquellos que, resignados por la poca atención de sus padres, juegan solos o hablan con ellos mismos para pasar el rato.
¿Y que hay de los adultos? Ellos también tienen lo suyo. La señora que se queja por lo caro que están las cosas y recuerda que antes por la misma cantidad de dinero compraba muchos más productos. O el señor impaciente que protesta por lo lerda que es la cajera cuando, en realidad, la pobre muchacha no da abasto con todo lo que tiene que hacer. Pasa los productos por la cinta, alguno que otro se le traba y tiene que digitar cifra por cifra el código de barras (esa extensísima cantidad de números que si le erra a uno, tiene que hacer toda la factura otra vez). A veces discute con el cliente por algún problema en la compra mientras que le da cambio de $100 a la cajera de al lado.
En fin, la cola del supermercado: esa interminable espera donde se suceden algunos hechos curiosos, divertidos, otros que lo hacen enojar o lo irritan, debates sobre la política, el fútbol, la televisión y, a veces, hasta un intercambio de direcciones para un posible reencuentro.

2 comentarios:

  1. aldi, muy muy bueno! :) me re gusto tambien.

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  2. Jaajjaa, es muy cierto no hay algo mas irritante que esperar a que avance la cola del super!.. Y lo de la cajera, jajaj.. Pobre, es verdad.. tener que aguantar a los clientes malhumorados que la apuran, como que ella tendria 50 manos para pasar todos los productos por la cinta! jaja
    Muy buena Aldi..

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