viernes, 10 de septiembre de 2010

Fotocrónica: Día gris


La calma de la hora de la siesta exaltada por el ruido de inquietos pájaros buscando donde esconderse dentro de la húmeda ciudad. El viento comenzando a avisar, sopla despacio pero engañoso. Se aproxima una tormenta y la temperatura hace pensar que será fuerte. Se puede sentir en el aire, lloverá mucho.
Las calles están desiertas, los truenos, como un bullicio constante, avisan que no se van a poblar. Cada vez más oscuro, las débiles luces de la calle se encienden y comienza a caer agua como si estuvieran organizadas. A los pocos minutos ya es una cortina uniforme que se mantiene por más de quince minutos.
Descargada su ira, la tormenta pasa y diminuye el agua, el sonido de desagües no lo deja percibir. La temperatura bajó y se puede sentir por la ventana que quedó abierta.

2 comentarios:

  1. ¡Muy buens!
    En esta oración: "(...)las débiles luces de la calle se encienden y comienza a caer agua como si estuvieran organizadas." Yo pondría "como si todo estuviera organizado, para referir tanto a las luces como al agua.

    "La calma de la hora de la siesta exaltada por el ruido de inquietos pájaros buscando dónde esconderse(...)"

    Me gusta la idea de pájaros exaltando la calma de la siesta.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.