Capilla del Monte. 15 de enero. Pleno verano. El calor se
sentía demasiado. Mi familia y yo
muertos del aburrimiento, en nuestras vacaciones.
Decidimos ir a recorrer algo de esa zona montañosa y con
varios arroyos de Córdoba. Teníamos algunas recomendaciones del dueño de la
cabaña sobre lugares hacia dónde ir, y optamos por un pequeño arroyo artificial a 15 minutos
del centro de Capilla.
Luego de tener algunos problemas para encontrarlo y
transitar el camino lleno de piedras, llegamos al lugar más lindo y pacifico
en el que había estado…
Dejamos el auto estacionado, pagamos la entrada y nos fuimos a caminar en el agua, la cual nos llegaba apenas a los tobillos (a
los más grandes) y a las más chiquitas de la familia a sus rodillas.
El olor a agua estancada se sentía bastante, pero la vista te ayudaba a ignorarlo. Todo era de color verde, el agua era cristalina, todo era paz,
silencio y por suerte, ya no se sentía tanto el calor.
Pasamos toda la tarde ahí, jugando, disfrutando y apreciando
la belleza de la naturaleza, cosa que muchas veces pasamos por arriba.
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