¿Qué belleza podría haber en una mujer anciana si no fuera esa de los ojos que, cuando están fijos en el hijo, se animan en un fulgor de juventud reflexiva y terriblemente amorosa? Mirada que va ahondándose en la pequeña conciencia y adivinando todo lo que allí ocurre. Porque está esa experiencia de la juventud que se fue y dejó recuerdos que ahora se hacen vivos en la continuidad del hijo.
Arlt con estas palabras hace referencia a que en la vida de una madre el hijo lo es todo, que debería uno adorarla como el más magnífico símbolo de la creación y que esa terrible belleza tiene que desparramarse por el mundo. Roberto fija su atención en el hombre que se ha acostumbrado a ver en su madre a una mujer vieja y afeada por el tiempo y opina que es necesario que esta visión desaparezca para poder darle a la madre un lugar en el mundo y que ocupe un puesto más hermoso, fraternal y dulce; y que esta exaltación y adoración de la madre se la debemos a los escritores rusos que cada uno en su situación triste y doliente que le tocaba vivir tenía frente a sus ojos esa visión de la mujer, que luego más tarde describen en sus páginas dadas a nuestros ojos.
Patterer Marlene, 4to Humanidades.
Me gustó mucho tu comentario Marlene sobre la aguafuerte.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con lo que escribiste. Es verdad que las madres tendrían que ocupar un lugar más importante del cual actualmente tienen en la sociedad y dejar de ser vistas como una mujer vieja y afeada.
Todos tendríamos que ver la película y leer las novelas en las que Roberto Arlt se inspiró para realizar esta aguafuerte. Creo que de esa manera tomaríamos más conciencia sobre el valor de una madre, y ubicarlas en un mejor lugar de nuestras vidas, no sólo la persona que limpia la casa y hace la comida, sino también el ser más hermoso del mundo.