martes, 23 de junio de 2009

LA TRAGEDIA DEL HOMBRE QUE BUSCA EMPLEO, Aguasfuertes porteñas Roberto Arlt


La persona que tenga la saludable costumbre de levantarse temprano, y salir en
tranvía a trabajar o a tomar fresco, habrá a veces observado el siguiente fenómeno:
Una puerta de casa comercial con la cortina metálica medio corrida. Frente a la
cortina metálica, y ocupando la vereda y parte de la calle, hay un racimo de gente. La
muchedumbre es variada en aspecto. Hay pequeños y grandes, sanos y lisiados. Todos tienen
un diario en la mano y conversan animadamente entre sí.
Lo primero que se le ocurre al viajante inexperto es de que allí ha ocurrido un crimen
trascendental, y siente tentaciones de ir a engrosar el número de aparentes curiosos que hacen
cola frente a la cortina metálica, mas a poco de reflexionarlo se da cuenta de que el grupo está
constituido por gente que busca empleo, y que ha acudido al llamado de un aviso. Y si es
observador y se detiene en la esquina podrá apreciar este conmovedor espectáculo.
Del interior de la casa semiblindada salen cada diez minutos individuos que tienen el
aspecto de haber sufrido una decepción, pues irónicamente miran a todos los que les rodean,
y contestando rabiosa y sintéticamente a las preguntas que les hacen, se alejan rumiando
desconsuelo. Esto no hace desmayar a los que quedan, pues, como si lo ocurrido fuera un
aliciente, comienzan a empujarse contra la cortina metálica, y a darse de puñetazos y
pisotones para ver quien entra primero. De pronto el más ágil o el más fuerte se escurre
adentro y el resto queda mirando la cortina, hasta que aparece en escena un viejo empleado
de la casa que dice:
-Pueden irse, ya hemos tomado empleado.
Esta incitación no convence a los presentes, que estirando el cogote sobre el hombro
de su compañero comienzan a desaforar desvergüenzas, y a amenazar con romper los vidrios
del comercio. Entonces, para enfriar los ánimos, por lo general un robusto portero sale con un
cubo de agua o armado de una escoba y empieza a dispersar a los amotinados. Esto no es
exageración. Ya muchas veces se han hecho denuncias semejantes en las seccionales sobre
este procedimiento expeditivo de los patrones que buscan empleados.
Los patrones arguyen que ellos en el aviso pidieron expresamente "un muchacho de
dieciséis años para hacer trabajos de escritorio", y que en vez de presentarse candidatos de
esa edad, lo hacen personas de treinta .años, y hasta cojos y jorobados. Y ello es en parte
cierto. En Buenos Aires, "el hombre que busca empleo" ha venido a constituir un tipo su¡
generis. Puede decirse que este hombre tiene el empleo de "ser hombre que busca trabajo".
El hombre que busca trabajo es frecuentemente un individuo que oscila entre los
dieciocho y veinticuatro años. No sirve para nada. No ha aprendido nada. No conoce ningún
oficio. Su única y meritoria aspiración es ser empleado. Es el tipo del empleado abstracto. El
quiere trabajar, pero trabajar sin ensuciarse las manos, trabajar en un lugar donde se use
cuello; en fin, trabajar "pero entendámonos... decentemente".
Y un buen día, día lejano, si alguna vez llega, él, el profesional de la busca de empleo,
se "ubica". Se ubica con el sueldo mínimo, pero qué le importa. Ahora podrá tener esperanzas
de jubilarse. Y desde ese día, calafateado en su rincón administrativo espera la vejez con la
paciencia de una rémora.
Lo trágico es la búsqueda del empleo en casas comerciales. La oferta ha llegado a ser
tan extraordinaria, que un comerciante de nuestra amistad nos decía:
-Uno no sabe con qué empleado quedarse. Vienen con certificados. Son inmejorables.
Comienza entonces el interrogatorio:
-¿Sabe usted escribir a máquina?
-Sí, ciento cincuenta palabras por minuto.
-¿Sabe usted taquigrafía?
-Sí, hace diez años.
-¿Sabe usted contabilidad?
-Soy contador público.
-¿Sabe usted inglés?
-Y también francés.
-¿Puede ofrecer una garantía?
-Hasta diez mil pesos de las siguientes firmas.
-¿Cuánto quiere ganar?
-Lo que ustedes acostumbran pagar.
-Y el sueldo que se les paga a esta gente -nos decía el aludido comerciante- no es
nunca superior a ciento cincuenta pesos. Doscientos pesos los gana un empleado con
antigüedad... y trescientos... trescientos es lo mítico. Y ello se debe a la oferta. Hay farmacéuticos que ganan ciento ochenta pesos y
trabajan ocho horas diarias, hay abogados que son escribientes de procuradores, procuradores
que les pagan doscientos pesos mensuales, ingenieros que no saben qué cosa hacer con el
título, doctores en química que envasan muestras de importantes droguerías. Parece mentira y
es cierto.
La interminable lista de "empleados ofrecidos" que se lee por las mañanas en los
diarios es la mejor prueba de la trágica situación por la que pasan millares y millares de
personas en nuestra ciudad. Y se pasan éstas los años buscando trabajo, gastan casi capitales
en tranvías y estampillas ofreciéndose, y nada... la ciudad está congestionada de empleados.
Y sin embargo, afuera está la llanura, están los campos, pero la gente no quiere salir afuera. Y
es claro, termina tanto por acostumbrarse a la falta de empleo que viene a constituir un
gremio, el gremio de los desocupados. Sólo les falta personería jurídica para llegar a
constituir una de las tantas sociedades originales y exóticas de las que hablará la historia del
futuro.

4 comentarios:

  1. Hola Profe! Le copie a las otras chicas, de reservar el texto que elegí. Me falta hacer todo(etiquetas, hipervínculos, etc.), pero para el 6 va a estas listo! jeje! Voy a tratar de que quede lo mejor posible....
    besosss!!
    Lulu!

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  2. Hola Profe!Todavia no termine el trabajo, me faltan algunas cosas. Por ahora va bien el trabajo?? Buen... Beosss!!

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  3. Con respecto a esta crónica, observo que Arlt se basó en una simple y cotidiana situación que muchas personas habrán pasado en algún momento de su vida que es "buscar empleo" y en este caso, hacer cola durante un largo tiempo para luego ser comunicados por alguien de la empresa diciendo que ya ocuparon el puesto y ser hechados sin siquiera haber tenido la oportunidad de ser entrevistados.
    Este problema es actualmente muy cuestionado en este país, ya que la falta de empleo ha crecido en los últimos años. Son muchas las personas que han pasado y siguen pasando por esta situación de ser "despedidos" sin antes ser siquiera entrevistados.

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  4. Coincido con la opinión de Marlen, ya que esto en nuestro pais se ve a diario, colas de gente buscando empleo, caras de alegría por tener alguna esperanza, caras de desilución por no haber sido tomado,en fin...todas estas características son propias de un país que necesita EMPLEO.Muchas veces estas colas de gente buncando empleo no terminan bien, forcejeos, peleas, etc.

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