Es un día como todos los días de invierno, frio, monótono y poco alegre como siempre. Yo ya había cumplido mis diecisiete años como cualquier persona común, de este mundo y por eso decidí hacer lo que siempre hago durante el principio del verano. Se preguntaran que cosa hacia y la respuesta es tan simple como el aire que respiramos, es sentarme a observar, a las personas que hacen su vida aburrida y monótona de Baigorria.
Esto comenzó, cuando con mi padre a mediados de diciembre, salíamos a caminar sin preocupaciones de nada, sin la rutina de todos los días como lo llamábamos. Cuando estábamos en la calle principal (la avenida de Baigorria) de Baigorria, vimos que en un local tenía un improvisado escalón, el cual lo adoptamos como un asiento, al que todos los días de las vacaciones, nos sentábamos a ver la libertad que tenían las personas, de moverse sin tener un horario que los perturbe, sin un horario que los pongan nervioso ni nada de eso. Si, cuando nos sentábamos veíamos como las personas aprovechaban el día al máximo. Como el sol que no se escondía hasta altas horas. Impidiendo la entrada del anochecer. Eso era bueno ya que todas las personas compartían el mismo sentimiento, de despreocupación que sentíamos nosotros. Pero lo bueno no dura y cuando nos dimos cuenta, el verano se estaba acabando y dando lugar al otoño, la escuela comenzaba al igual que el trabajo y el sol que antes se escondía tarde comenzaba a esconderse más temprano. Esto genero un cambio notable, ya que ahora en pleno invierno no se encuentra en la calle ni un mísero perro callejero, es como si todo lo que había convertido el verano se lo llevo el invierno, eso era no feo si no como extraño ya que no te encuentras con nadie ni antes ni después de la hora pico de salida de cualquier persona trabajadora, por eso, mi padre y yo hacemos humor acerca de la “concurrida y habitada Granadero Baigorria” que se apaga como el sol todas las noches.
Escribo esta crónica para describir como sentados, en el mismo sitio, el estilo de vida de una persona monótona, de una persona trabajadora , varia en cuanto la época en que nos encontremos y como una avenida donde toda la gente pasa sin preocupación, te puede dar semejante espectáculo , solo sentándose a observar y mirar las simples cosas de cada día.
Por eso se dice que tanto el otoño como el invierno apagan las luces que encienden, la primavera y el verano.
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