Un alucinante cielo anaranjado se podía observar el 12 de julio del corriente año. Mientras algunas cámaras lograban una replica y un recuerdo de ese atardecer, otros se detenían inconcientemente a ver los detalles de la gama de colores que poseía. Entre alborotos, ruidos, y demasiado tránsito, el techo de allí y de cualquier otro lugar, permanecía por unos breves instantes casi del mismo color que el de una deliciosa naranja. La escasa iluminación publica de la cuidad le daba un toque aún más llamativo a los descampados desde donde se podía observar dicho paisaje, que por cierto visto desde cualquier punto se llevaba aunque sea dos segundos de cada mirada. Ese día se despidió para darle lugar a otra noche más, con unos cálidos reflejos de luz invernal.
La caída del sol mas bella de un crudo invierno que cualquiera podía imaginar dejaba en las bocas de los que habitaban la cuidad de Granadero Baigorria su lugar de admiración. Y.. una insinuante idea de lo que vendría. Una nueva primavera anticipada llegaría muy, muy pronto.
"Entre alborotos, ruidos, y demasiado tránsito, el techo de allí y de cualquier otro lugar, permanecía por unos breves instantes casi del mismo color que el de una deliciosa naranja."
ResponderEliminarMe gusta.
Tenés que corregir: "a los descampados DESDE donde se podía observar dicho paisaje".
jjaja como la compliqe hoy con armar el texto con esa frase. con razon jjaj
ResponderEliminarok, ahi lo corrijo jose.
Buenísimo.
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