
Este diseño se mantuvo hasta la Revolución Industrial, durante la cual se desarrollaron las turbinas, que lograban transformar la energía del agua directamente en un movimiento circular, sin necesidad de órganos intermedios. En 1848 apareció la turbina a reacción de Francis, en 1880 la de impulsión de Pelton y en 1906 la de Kaplan, todo lo cual permitió llegar al aprovechamiento máximo, por lo que a la máquina se refiere, de la energía contenida en el agua. Los modernos sistemas captadores de energía operan con estas turbinas, que permiten obtener rendimientos óptimos.
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