Santiago es una persona más. Una de las tantas que un mes atrás vivía su vida como cualquier otro. Como vos y hasta como yo. Disfrutaba de Rosario, sus plazas, sus ruidos y un poco también de la intensa locura de la gran ciudad. Amaba donde vivía y no sólo por cumplir el rol de novio, amigo, hermano e hijo de una manera casi admirable, sino porque le gustaba esa ciudad que tanto le daba y también, desgraciadamente, tanto le quitó.
Santiago era un pibe cualquiera que cumplía su rutina de todos los días, de la casa al laburo y del laburo a la escuela, un pibe sano y trabajador, de esas personas que hacen, de esta, una sociedad mejor. Volver a casa después de enterarse que las clases se habían suspendido, ese día no se sentía tan bien. Las voces de los hijos de su vecina de al lado no hacían más que aumentar su dolor de cabeza y definitivamente el creía que no era su día. Llamo a su mamá para decirle que necesitaba de comida casera y que esa noche lo esperará. ¿Esa fue su despedida?
Prendió su computadora y revisó las ultimas notificaciones de Facebook, un mensaje de su novia diciendo 'Te Amo' y un par más de cursilerías. Se decidió a ordenar un poco el típico desastre de hombre viviendo solo cuando las paredes empezaron a vibrar, los vidrios a romperse y a sentirse un olor tan fuerte que lo dejaba sin aire. Gritos como ecos. Como piezas de dominó. Uno tras otro. Amago a salir, lo primero que pensó fue correr. Llego al pasillo se acerco hasta el ascensor y antes de que la puerta se abriese el piso de arriba se posó sobre él.
Ese martes, en ese edificio las cosas dieron una vuelta trágica y los vaivenes de las vida ,en un instante, se llevaron sueños, proyectos, ilusiones, planes y vidas. Vidas como la de Santiago que a lo mejor podrían haber cambiado el mundo , o tal vez, mejorarlo. Vidas que dejaron un rastro de tristeza no sólo en sus familias también en la ciudad.
Santiago era un pibe cualquiera que cumplía su rutina de todos los días, de la casa al laburo y del laburo a la escuela, un pibe sano y trabajador, de esas personas que hacen, de esta, una sociedad mejor. Volver a casa después de enterarse que las clases se habían suspendido, ese día no se sentía tan bien. Las voces de los hijos de su vecina de al lado no hacían más que aumentar su dolor de cabeza y definitivamente el creía que no era su día. Llamo a su mamá para decirle que necesitaba de comida casera y que esa noche lo esperará. ¿Esa fue su despedida?
Prendió su computadora y revisó las ultimas notificaciones de Facebook, un mensaje de su novia diciendo 'Te Amo' y un par más de cursilerías. Se decidió a ordenar un poco el típico desastre de hombre viviendo solo cuando las paredes empezaron a vibrar, los vidrios a romperse y a sentirse un olor tan fuerte que lo dejaba sin aire. Gritos como ecos. Como piezas de dominó. Uno tras otro. Amago a salir, lo primero que pensó fue correr. Llego al pasillo se acerco hasta el ascensor y antes de que la puerta se abriese el piso de arriba se posó sobre él.
Ese martes, en ese edificio las cosas dieron una vuelta trágica y los vaivenes de las vida ,en un instante, se llevaron sueños, proyectos, ilusiones, planes y vidas. Vidas como la de Santiago que a lo mejor podrían haber cambiado el mundo , o tal vez, mejorarlo. Vidas que dejaron un rastro de tristeza no sólo en sus familias también en la ciudad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.