martes, 27 de octubre de 2009

El mar


Una vez, cuando yo era chica, mi mamá me dijo que había lugares que "eran mágicos e inolvidables." No entendí mucho hasta que el año pasado nos fuimos de vacaciones
El lugar era el mejor, con su nombre ya lo describía todo, "Monte Hermoso". Tenía playas inmensas, grandes extensiones de arena acompañadas por el mar, todo era perfecto desde la mañana hasta el atardecer.
Bien temprano, y de a poco comenzaba a llenarse de sombrillas, y miles de personas que iban para no perderse el sol de la mañana.
A la hora del mediodía, muchos volvían a sus departamentos pero otros se quedaban allí, con carpas o sombrillas, para no perder el tiempo, no les importaba si la comida se les llenaba de arena o no, sólo querían disfrutar hasta el último minuto. Mientras muchos almorzaban, se veía que la playa era recorrida por los carritos que vendían choclos y ensaladas de fruta! Iban de un lado para el otro, mientras la gente se refrescaba eligiendo una buena ensalada de frutas colorida. Por la tarde la gente volvía y la playa se llebava cada vez más, todos te sonreían y te saludaban como si te conocieran, te hablaban y sacaban tema de conversación, con simples oraciones como: "¿De dónde son? ¿Hasta cuándo se quedan?" Todos parecían felices, sin ningún tipo de problemas!
Te sentabas y veías como jóvenes y grandes caminaban de un muelle al otro, recorriendo la orilla del mar, es una sensación inexplicable la de caminar descalzo sintiendo las olas romper al lado!
Caminabas y sin darte cuenta estabas en medio de una canchita de fútbol, tenis o tejo. Los niños armaban castillitos de arena, buscaban caracoles, otros se "hacían milanesa" con la arena y también aquellos que salían gritando y llorando que les había picado una agua viva, o simplemente remontaban barriletes de una marca muy conocida de helados, que se conseguían en los paradores, los cuales ofrecían música a todo volumen para que la gente disfrutara y una que otra clase de gimnasia aeróbica gratuita y en plena playa!
No importaba nada, si hacía frío la gente se metía al mar igual y pasaban horas sin darte cuenta, hasta cuando llovía la playa se llenaba igual, iban como si nada, con las reposeras y las sombrillas de distintos colores y hacía lo mismo todos los días.
Así pasaba la quincena de enero, por supuesto no faltaba la típica "banana" con aquellos valientes que se animaban a subirse pasando por el medio del mar, sin miedo a caerse y quedarse en la nada.
Los amigos que te hacías eran incontables. Por la noche se llenaba la famosa peatonal céntrica, con turistas comprando regalos o adolescentes, me incluyo, buscando entradas para algún boliche al cual asistir a la noche, y gente o familias comiendo en bares y restaurantes. Y por la madrugada, hacia al mar otra vez, en donde comenzaba la guitarreada y los fogones con todos aquellos que amaban ese lugar tanto como yo, despidiéndonos, deseando volver y poder encontrarnos otro verano más allí!
Era todo perfecto, nunca había conocido un lugar en el que no importaba ni como vestía el otro, ni de donde era, bastaba con que estés ahí compartiendo ese momento! Así y ya de grande fue que comprendí lo que mi mamá me había dicho.. ya que encontré el lugar que para mi es y será siempre mágico e inolvidable...

3 comentarios:

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  2. Muy bueno Bren!!! Yo fui dos veces a Monte Hermoso y realmente es bellísimo...! Adoro el hecho de que el sol salga y se oculte en el mar... jeje Felicitaciones!!!

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