Después de muchos problemas y revuelos, el domingo decidimos ir a la cancha. Yo y mis dos amigas, Flor y Ari, asistimos al "Gigante de Arroyito", ya que se disputaba el partido entre Rosario Central y Belgrano de Córdoba por la promoción. Un partido verdaderamente decisivo y excitante. ¿Quién tendría el honor de seguir en primera división y quién tendría que soportar la dura derrota y permanecer en la B nacional? Miles de preguntas y dudas rondaban en mi cabeza, porque en ese momento no se podía pensar en otra cosa. Luego de abrigarnos y recibir los consejos de nuestras familias una y mil veces ante la paranoia por la gripe A, viajamos hasta la ciudad de Rosario ( el viaje duró 45 minutos! ¿Podés creer que hayamos tardado tanto?). Los minutos en el colectivo se nos hacían eternos. Casi no emitimos palabras, los nervios nos habían quitado el habla. En el colectivo había otras personas, ansiosos al igual que nosotras, ya que llevaban sus camisetas azules y amarillas. Se los notaba contentos y confiados, todo el camino fueron cantando y así se nos pasaron un poco los nervios. Al fin estuvimos cerca del lugar y bajamos del colectivo, junto con nosotras el colectivo entero. Comenzamos a caminar, esta vez ya con una sonrisa en la cara, porque cada vez estábamos más cerca. En el camino fuimos encontrando más gente, mucha gente, que se dirigía al mismo lugar. Sólo habíamos echo alrededor de unas 4 ó 5 cuadras cuando empezamos a escuchar cantos que provenían desde la cancha y estábamos todavía a varias cuadras de llegar! Al ingresar, buscamos rápido un lugar en donde quedarnos y poder disfrutar del encuentro. Como siempre, la cancha se encontraba llena de espectadores, no podíamos pasar, la gente no nos daba permiso, fue bastante complicado encontrar lugar pero nos quedamos donde pudimos. Aún así, estábamos todos muy apretados, eso mucho no me gustaba pero traté de distraerme. El frío y la molestia de esa tarde desapareció completamente cuando el equipo ingresó a la cancha. Nunca antes había tenido tantos nervios y emoción. Las banderas se movían de un lado hacia el otro, los bombos que habían entrado junto con la barra sonaban más fuerte que otras veces, hoy tenían que hacerse sentir. Era una mezcla de cosas raras que no yo soy capaz de explicar. La adrenalina flotaba en nuestro cuerpo, la ansiedad de estar ahí adentro era indescriptible, pero eran mayores nuestras ganas de alentar al equipo para que sintiera el apoyo de la gente como siempre. En ese tiempo no existían los problemas económicos, ni las enfermedades, ni las tristezas, todos teníamos la cabeza en lo mismo. Ni bien vi al "coca-colero" de todos los domingos, Claudio, lo llamé y le compré una coca bien fría y un paquete de "Pipas", como lo hago siempre. Arrancó el partido. ¡Que ganas de que esos 90 minutos sean eternos! Yo no podía dejar de comerme las uñas. Las bombas de estruendo sonaban una trás otra. Desde mi lugar miraba las plateas llenas.. las populares completas. Creo que iban 25 minutos del 1er tiempo cuando se nos derrumbó todo...gol de Belgrano. Está bien que el resultado aún nos favorecía pero... ¡qué desilusión! Sobrepasaba cualquier sentimiento, pero eso no nos dejó atrás y toda nuestra hinchada comenzó a alentar aún con más fuerzas. Un minuto después, en una jugada rápida llegó el empate. La popular se vino abajo, y nosotras junto con ella. Flor gritaba de la alegría y nos abrazábamos hasta con gente que no conocíamos. Entre tanta euforia comenzó a bajar la bandera gigante de central, quedamos todos bajo esa tela auriazul. El hombre que estaba al lado mío encendió una vengala amarilla, típica de cada domingo.. aunque no fue muy común que justo el humo estuviera encima mío y justo estando ¡debajo de la bandera! Muchas personas comenzamos a ahogarnos. ¡Que falta de criterio! Hubo que quitar la bandera y tratar de no respirar el aire mezclado con el humo de las vengalas. Luego de unos 10 minutos finalmente el humo desapareció y todo volvió a la normaldiad. Finalizado el primer y segundo tiempo, entre festejos que duraron largo rato, comenzamos a irnos del estadio, felices sí! Pero el frío empezaba a ser más fuerte y el olor a choripán que salía de las galerías de la cancha me abría el apetito. Y al final el deseo de todas las almas que se encontraban esa tarde ahí, bajo el frío de una tarde típica de julio y el leve viento que nos congelaba, se cumplió. Y al ver las caras de todas las personas que estábamos, al ver el festejo y la alegría, al ver la cancha colmada a pesar de las dificultades, las banderas, los bombos y los papelitos que llevaban y alentaban esos colores, pude afirmar sin alguna duda que como dicen muchos.. Rosario es de CENTRAL.
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ResponderEliminarGuido comentó y se arrepintió me parece. Esa foto si es real y es del partido de la crónica ja!
ResponderEliminarq va a ser de central rosario mirii tomatelaaaaaaaaaa!!!!!! jajajaja
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