-¡Presidenta, Presidenta!, grité entre las discusiones de los vecinos que la aplaudían o abucheaban como si pelearse entre ellos rescatara a alguna persona de los escombros.
- Presidenta, no quiero pelear, basta de discusiones, quiero buscar a mi hermana, ¡ Vayamos todos a buscar a mi hermana!
Mi voz era la que se escuchaba más fuerte y clara entre el revoltijo de gente con una sensación de angustia, temor e impaciencia.
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