Aplausos y gritos de agradecimiento inundaron la esquina de Salta y Oroño. Tras días de búsqueda, al fin habían terminado con este hecho que quedará en la historia de Rosario.
Bomberos voluntarios de la provincia, rescatistas, gendarmes, prefectos, paramédicos, integrantes del Grupo de rescate de la Policía Federal, de la Secretaria de Protección Civil y voluntarios, saliendo por el vallado ubicado sobre Salta no se imaginaban que los esperaba un abrazo colectivo.
Lloraban, emocionados por el fin de las tareas. Los bomberos comenzaron a hacer sonar sus sirenas. Los aplausos de todos los que estaban ahí, y de las personas que se fueron acercando para agradecerles a los rescatistas a medida que corría la noticia del fin de la búsqueda, se mezclaron con el inmenso dolor y las lágrimas.
Las sensaciones y pensamientos de los rescatistas eran ambiguas. Todos lamentaban no haber hallado personas con vida, pero aseguraban tener la conciencia tranquila por el deber cumplido.
Bomberos voluntarios de la provincia, rescatistas, gendarmes, prefectos, paramédicos, integrantes del Grupo de rescate de la Policía Federal, de la Secretaria de Protección Civil y voluntarios, saliendo por el vallado ubicado sobre Salta no se imaginaban que los esperaba un abrazo colectivo.
Lloraban, emocionados por el fin de las tareas. Los bomberos comenzaron a hacer sonar sus sirenas. Los aplausos de todos los que estaban ahí, y de las personas que se fueron acercando para agradecerles a los rescatistas a medida que corría la noticia del fin de la búsqueda, se mezclaron con el inmenso dolor y las lágrimas.
Las sensaciones y pensamientos de los rescatistas eran ambiguas. Todos lamentaban no haber hallado personas con vida, pero aseguraban tener la conciencia tranquila por el deber cumplido.
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