Blog de la materia "Educación para una Cultura Multimedial" del Colegio Nuestra Señora de Los Milagros, de Capitán Bermúdez, Santa Fe, Argentina. En construcción.
sábado, 21 de noviembre de 2009
comentario "la terrible sinceridad"
Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se me hacen algunos elogios. Pues bien, hoy he recibido una carta en la que no se me elogia. Su autora, que debe ser una respetable anciana, me dice:
"Usted era muy pibe cuando yo conocía a sus padres, y ya sé quién es usted a través de su Arlt".
Es decir, que supone que yo no soy Roberto Arlt. Cosa que me está alarmando, o haciendo pensar en la necesidad de buscar un pseudónimo, pues ya el otro día recibí una carta de un lector de Martínez, que me pre¬guntaba:
"Dígame, ¿usted no es el señor Roberto Giusti, el concejal del Parti¬do Socialista Independiente?"
Ahora bien, con el debido respeto por el concejal independien¬te, manifiesto que no; que yo no soy ni puedo ser Roberto Giusti, a lo más soy su tocayo, y más aún: si yo fuera concejal de un par¬tido, de ningún modo escribiría notas, sino que me dedicaría a dor¬mir truculentas siestas y a "acomodarme" con todos los que tuvie¬ran necesidad de un voto para hacer aprobar una ordenanza que les diera millones.
Y otras personas también ya me han preguntado: "¿Dígame, ese Arlt no es pseudónimo?".
Y ustedes comprenden que no es cosa agradable andar demostrándoles a la gente que una vocal y tres consonantes pueden ser un ape¬llido.
Yo no tengo la culpa que un señor ancestral, nacido vaya a saber en qué remota aldea de Germanía o Prusia, se llamara Arlt. No, yo no tengo la culpa.
Tampoco puedo argüir que soy pariente de William Hart, co¬mo me preguntaba una lectora que le daba por la fotogenia y sus astros; mas tampoco me agrada que le pongan sambenitos a mi ape¬llido, y le anden buscando tres pies. ¿No es, acaso, un apellido ele¬gante, sustancioso, digno de un conde o de un barón? ¿No es un apellido digno de figurar en chapita de bronce en una locomotora o en una de esas máquinas raras, que ostentan el agregado de "Máquina polifacética de Arlt"?
Bien: me agradaría a mí llamarme Ramón González o Justo Pérez. Nadie dudaría, entonces, de mi origen humano. Y no me preguntarían si soy Roberto Giusti, o ninguna lectora me escribiría, con mefistofélica sonrisa de máquina de escribir: "Ya sé quién es usted a través de su Arlt". Ya en la escuela, donde para dicha mía me expulsaban a cada mo¬mento, mi apellido comenzaba por darle dolor de cabeza a las directoras y maestras. Cuando mi madre me llevaba a inscribir a un grado, la direc¬tora, torciendo la nariz, levantaba la cabeza, y decía:
-¿Cómo se escribe "eso"?
Mi madre, sin indignarse, volvía a dictar mi apellido. Entonces la directora, humanizándose, pues se encontraba ante un enigma, exclama¬ba:
-¡Qué apellido más raro! ¿De qué país es?
-Alemán.
-¡Ah! Muy bien, muy bien. Yo soy gran admiradora del káiser -agregaba la señorita. (¿Por qué todas las directoras serán "señoritas"?) En el grado comenzaba nuevamente el vía crucis. El maestro, examinándole, de mal talante, al llegar en la lista a mi nombre, decía: -Oiga usted, ¿cómo se pronuncia "eso"? ("Eso" era mi apellido.) Entonces, satisfecho de ponerlo en un apuro al pedagogo, le dicta¬ba:
-Arlt, cargando la voz en la ele.
Y mi apellido, una vez aprendido, tuvo la virtud de quedarse en la memoria de todos los que lo pronunciaron, porque no ocurría barbari¬dad en el grado que inmediatamente no dijera el maestro:
-Debe ser Arlt.
Como ven ustedes, le había gustado el apellido y su musicalidad.
Y a consecuencia de la musicalidad y poesía de mi apellido, me echa¬ban de los grados con una frecuencia alarmante. Y si mi madre iba a re¬clamar, antes de hablar, el director le decía:
-Usted es la madre de Arlt. No; no señora. Su chico es insoporta¬ble.
Y yo no era insoportable. Lo juro. El insoportable era el apellido. Y a consecuencia de él, mi progenitor me zurró numerosas veces la bada¬na.
Está escrito en la Cábala: "Tanto es arriba como abajo". Y yo creo que los cabalistas tuvieron razón. Tanto es antes como ahora. Y los líos que suscitaba mi apellido, cuando yo era un párvulo angelical, se produ¬cen ahora que tengo barbas y "veintiocho septiembres", como dice la que sabe quién soy yo "a través de su Arlt".
Y a mí, me revienta esto.
Me revienta porque tengo el mal gusto de estar encantadísimo con ser Roberto Arlt. Cierto es que preferiría llamarme Pierpont Morgan o Henry Ford o Edison o cualquier otro "eso", de esos; pero en la material imposibilidad de transformarme a mi gusto, opto por acostumbrarme a mi apellido y cavilar, a veces, quién fue el primer Arlt de una aldea de Germanía o de Prusia, y me digo: ¡Qué barbaridad habrá hecho ese ante¬pasado ancestral para que lo llamaran Arlt! O, ¿quién fue el ciudadano, burgomaestre, alcalde o portaestandarte de una corporación burguesa, que se le ocurrió designarlo con estas inexpresivas cuatro letras a un se¬ñor que debía gastar barbas hasta la cintura y un rostro surcado de arru¬gas gruesas como culebras?
Mas en la imposibilidad de aclarar estos misterios, he acabado por resignarme y aceptar que yo soy Arlt, de aquí hasta que me muera; cosa desagradable, pero irremediable. Y siendo Arlt no puedo ser Roberto Gius¬ti, como me preguntaba un lector de Martínez, ni tampoco un anciano, como supone la simpática lectora que a los veinte años conoció a mis pa¬dres, cuando yo "era muy pibe". Esto me tienta a decirle: "Dios le dé cien años más, señora; pero yo no soy el que usted supone".
En cuanto a llamarme así, insisto: Yo no tengo la culpa.
cometario"yo no tengo la culpa"
yo no tengo la culpa
Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se me hacen algunos elogios. Pues bien, hoy he recibido una carta en la que no se me elogia. Su autora, que debe ser una respetable anciana, me dice:
"Usted era muy pibe cuando yo conocía a sus padres, y ya sé quién es usted a través de su Arlt".
Es decir, que supone que yo no soy Roberto Arlt. Cosa que me está alarmando, o haciendo pensar en la necesidad de buscar un pseudónimo, pues ya el otro día recibí una carta de un lector de Martínez, que me pre¬guntaba:
"Dígame, ¿usted no es el señor Roberto Giusti, el concejal del Parti¬do Socialista Independiente?"
Ahora bien, con el debido respeto por el concejal independien¬te, manifiesto que no; que yo no soy ni puedo ser Roberto Giusti, a lo más soy su tocayo, y más aún: si yo fuera concejal de un par¬tido, de ningún modo escribiría notas, sino que me dedicaría a dor¬mir truculentas siestas y a "acomodarme" con todos los que tuvie¬ran necesidad de un voto para hacer aprobar una ordenanza que les diera millones.
Y otras personas también ya me han preguntado: "¿Dígame, ese Arlt no es pseudónimo?".
Y ustedes comprenden que no es cosa agradable andar demostrándoles a la gente que una vocal y tres consonantes pueden ser un ape¬llido.
Yo no tengo la culpa que un señor ancestral, nacido vaya a saber en qué remota aldea de Germanía o Prusia, se llamara Arlt. No, yo no tengo la culpa.
Tampoco puedo argüir que soy pariente de William Hart, co¬mo me preguntaba una lectora que le daba por la fotogenia y sus astros; mas tampoco me agrada que le pongan sambenitos a mi ape¬llido, y le anden buscando tres pies. ¿No es, acaso, un apellido ele¬gante, sustancioso, digno de un conde o de un barón? ¿No es un apellido digno de figurar en chapita de bronce en una locomotora o en una de esas máquinas raras, que ostentan el agregado de "Máquina polifacética de Arlt"?
Bien: me agradaría a mí llamarme Ramón González o Justo Pérez. Nadie dudaría, entonces, de mi origen humano. Y no me preguntarían si soy Roberto Giusti, o ninguna lectora me escribiría, con mefistofélica sonrisa de máquina de escribir: "Ya sé quién es usted a través de su Arlt". Ya en la escuela, donde para dicha mía me expulsaban a cada mo¬mento, mi apellido comenzaba por darle dolor de cabeza a las directoras y maestras. Cuando mi madre me llevaba a inscribir a un grado, la direc¬tora, torciendo la nariz, levantaba la cabeza, y decía:
-¿Cómo se escribe "eso"?
Mi madre, sin indignarse, volvía a dictar mi apellido. Entonces la directora, humanizándose, pues se encontraba ante un enigma, exclama¬ba:
-¡Qué apellido más raro! ¿De qué país es?
-Alemán.
-¡Ah! Muy bien, muy bien. Yo soy gran admiradora del káiser -agregaba la señorita. (¿Por qué todas las directoras serán "señoritas"?) En el grado comenzaba nuevamente el vía crucis. El maestro, examinándole, de mal talante, al llegar en la lista a mi nombre, decía: -Oiga usted, ¿cómo se pronuncia "eso"? ("Eso" era mi apellido.) Entonces, satisfecho de ponerlo en un apuro al pedagogo, le dicta¬ba:
-Arlt, cargando la voz en la ele.
Y mi apellido, una vez aprendido, tuvo la virtud de quedarse en la memoria de todos los que lo pronunciaron, porque no ocurría barbari¬dad en el grado que inmediatamente no dijera el maestro:
-Debe ser Arlt.
Como ven ustedes, le había gustado el apellido y su musicalidad.
Y a consecuencia de la musicalidad y poesía de mi apellido, me echa¬ban de los grados con una frecuencia alarmante. Y si mi madre iba a re¬clamar, antes de hablar, el director le decía:
-Usted es la madre de Arlt. No; no señora. Su chico es insoporta¬ble.
Y yo no era insoportable. Lo juro. El insoportable era el apellido. Y a consecuencia de él, mi progenitor me zurró numerosas veces la bada¬na.
Está escrito en la Cábala: "Tanto es arriba como abajo". Y yo creo que los cabalistas tuvieron razón. Tanto es antes como ahora. Y los líos que suscitaba mi apellido, cuando yo era un párvulo angelical, se produ¬cen ahora que tengo barbas y "veintiocho septiembres", como dice la que sabe quién soy yo "a través de su Arlt".
Y a mí, me revienta esto.
Me revienta porque tengo el mal gusto de estar encantadísimo con ser Roberto Arlt. Cierto es que preferiría llamarme Pierpont Morgan o Henry Ford o Edison o cualquier otro "eso", de esos; pero en la material imposibilidad de transformarme a mi gusto, opto por acostumbrarme a mi apellido y cavilar, a veces, quién fue el primer Arlt de una aldea de Germanía o de Prusia, y me digo: ¡Qué barbaridad habrá hecho ese ante¬pasado ancestral para que lo llamaran Arlt! O, ¿quién fue el ciudadano, burgomaestre, alcalde o portaestandarte de una corporación burguesa, que se le ocurrió designarlo con estas inexpresivas cuatro letras a un se¬ñor que debía gastar barbas hasta la cintura y un rostro surcado de arru¬gas gruesas como culebras?
Mas en la imposibilidad de aclarar estos misterios, he acabado por resignarme y aceptar que yo soy Arlt, de aquí hasta que me muera; cosa desagradable, pero irremediable. Y siendo Arlt no puedo ser Roberto Gius¬ti, como me preguntaba un lector de Martínez, ni tampoco un anciano, como supone la simpática lectora que a los veinte años conoció a mis pa¬dres, cuando yo "era muy pibe". Esto me tienta a decirle: "Dios le dé cien años más, señora; pero yo no soy el que usted supone".
En cuanto a llamarme así, insisto: Yo no tengo la culpa.
enternecimiento
Y si usted es aspirante a candidato a diputado, siga el consejo. Ex¬clamé por todas partes:
-He robado, he robado.
La gente se enternece frente a tanta sinceridad. Y ahora le explicaré. Todos los sinvergüenzas que aspiran a chuparle la sangre al país y a ven¬derlo a empresas extranjeras, todos los sinvergüenzas del pasado, el pre¬sente y el futuro, tuvieron la mala costumbre de hablar a la gente de su honestidad. Ellos "eran honestos". "Ellos aspiraban a desempeñar una administración honesta." Hablaron tanto de honestidad, que no había pulgada cuadrada en el suelo donde se quisiera escupir, que no se escu¬piera de paso a la honestidad. Embaldosaron y empedraron a la ciudad de honestidad. La palabra honestidad ha estado y está en la boca de cual¬quier atorrante que se para en el primer guardacantón y exclama que "el país necesita gente honesta". No hay prontuariado con antecedentes de fiscal de mesa y de subsecretario de comité que no hable de "honradez". En definitiva, sobre el país se ha desatado tal catarata de honestidad, que ya no se encuentra un solo pillo auténtico. No hay malandrino que alar¬dee de serlo. No hay ladrón que se enorgullezca de su profesión. Y la gen¬te, el público, harto de macanas, no quiere saber nada de conferencias. Ahora, yo que conozco un poco a nuestro público y a los que aspiran a ser candidatos a diputados, les propondré el siguiente discurso.
Creo que sería de un éxito definitivo.
COMENTARIO DE LA AGUASFUERTES:
Lo que habla esta aguafuertes es sobre la cara dures y el amplio sentido de el fácil uso de los medios para llegar a la gente dando una imagen que no es cierta ya que hablan de honestidad sin usar el verdadero significado de la palabra. Por que se basan en palabreríos y disfraces de mentiras para llegar a ocupar un cargo o político. De manera tal que los propios delincuentes no parecen serlo porque los candidatos usan como escudo la palabra honestidad y algunos son los principales mentirosos y corruptos de que aun detrás de lo que se dicen ser "honestos" son mas delincuentes que los propios delincuentes.
crònica de Baigorria
Esto comenzó, cuando con mi padre a mediados de diciembre, salíamos a caminar sin preocupaciones de nada, sin la rutina de todos los días como lo llamábamos. Cuando estábamos en la calle principal (la avenida de Baigorria) de Baigorria, vimos que en un local tenía un improvisado escalón, el cual lo adoptamos como un asiento, al que todos los días de las vacaciones, nos sentábamos a ver la libertad que tenían las personas, de moverse sin tener un horario que los perturbe, sin un horario que los pongan nervioso ni nada de eso. Si, cuando nos sentábamos veíamos como las personas aprovechaban el día al máximo. Como el sol que no se escondía hasta altas horas. Impidiendo la entrada del anochecer. Eso era bueno ya que todas las personas compartían el mismo sentimiento, de despreocupación que sentíamos nosotros. Pero lo bueno no dura y cuando nos dimos cuenta, el verano se estaba acabando y dando lugar al otoño, la escuela comenzaba al igual que el trabajo y el sol que antes se escondía tarde comenzaba a esconderse más temprano. Esto genero un cambio notable, ya que ahora en pleno invierno no se encuentra en la calle ni un mísero perro callejero, es como si todo lo que había convertido el verano se lo llevo el invierno, eso era no feo si no como extraño ya que no te encuentras con nadie ni antes ni después de la hora pico de salida de cualquier persona trabajadora, por eso, mi padre y yo hacemos humor acerca de la “concurrida y habitada Granadero Baigorria” que se apaga como el sol todas las noches.
Escribo esta crónica para describir como sentados, en el mismo sitio, el estilo de vida de una persona monótona, de una persona trabajadora , varia en cuanto la época en que nos encontremos y como una avenida donde toda la gente pasa sin preocupación, te puede dar semejante espectáculo , solo sentándose a observar y mirar las simples cosas de cada día.
Por eso se dice que tanto el otoño como el invierno apagan las luces que encienden, la primavera y el verano.
crònica de una esquina
Todos sabemos muy bien que siempre hay un lugar especial dentro de cada barrio, donde muchas veces los vecinos se reúnen entre sí para contarse su vida cotidiana, comparándose mientras sobre cuentan sus acontecimientos que les ocurre y que los hace diferente, para así decirse de alguna manera “sentirnos algo especial y también sobresaliente a los demás”.
En la esquina de casa se puede ver que tiene algo tan especial que llama la atención y atrae las personas de un manera que todavía no puedo entender y solo encuentro sentido de que esa atracción es “muy natural”. La esquina divide dos calles, posee árboles muy interesantes para la vista de cada persona, dándole a la esquina un toque mágico cuando se reviste durante todo el año, ya sea en cualquier estación de ella. Los árboles durante, primavera brindan un verde brillante, en verano una hermoso violeta que le da color a la gente, el otoño se reviste con sus tonos de amarillo, y en invierno muestra en marrón de sus troncos.
Las personas se reúnen allí y tan solo con algún”hola, como te va?”,ya se da comienzo a las grandes conversaciones, que puedan durar horas sin algún problema ya sea con lluvia o que este soleado en todos los tiempos climáticos. Allí se formaron las grandes amistades que siguen permaneciendo durante años y que de alguna manera se vuelven familiares; esas grandes amistades que uno nunca olvida.
Si le tendría que dar algún título para contar esta historia diría:”una esquina, un millón de historia” .
martes, 17 de noviembre de 2009
Una nota de "Plan A" para aquellos que todavía no tinen bien decidido su futuro:
jueves, 12 de noviembre de 2009
Comentario:"La psicologìa simple de un latero"
MOTIVOS DE LA GIMNASIA SUECA
Terminaba a las seis de la tarde de hacer gimnasia en la Yumen (Y.M.C.A.) y estaba en el salón de armarios, cuando un tío enormemente grande comienza a desvestirse a mi lado.
No fue nada eso, sino lo que hizo una vez desvestido. De un paquete que traía sacó una pieza de franela, ¡qué sé yo cuántas varas serían!, y con ellas comenzó a liarse el estómago y el vientre como un contrabandista de seda.
Usted hubiera abierto los ojos como platos, aunque fuera indiscreto, ¿no? Pues yo hice lo mismo. Lo miraba al gigante con los ojos y la boca abiertos. Lo miraba, y el "goliat" de marras, sin hacerme caso, seguía enfardándose el estómago con la franela.
Al fin no pude contenerme y le dije, sonriendo:
-¿No tendrá usted calor al hacer ejercicios con esa franela? -Es para enflaquecer -contestóme el otro con vozarrón de bronce. Y acto seguido, sobre ese colchón de franela que le envolvía el estómago y vientre, mi gigante se endilgó un camisetón de lana, exclusivamente útil para ir al polo; pues en otra región lo haría sudar a un esquimal. Y acto seguido se explicó-: Los que no enflaquecen son los que no quieren.
Luego, olímpicamente, me volvió la espalda y se dirigió a la cancha a hacerse una buena media hora de descoyuntamiento al trote.
Y un señor que había escuchado todo lo que conversamos y que sabía quién era yo, me dijo:
-Vea, aquí en la Asociación no hay uno que no haga gimnasia sueca por algún motivo. El hombre es de por sí haragán, y cuando se resuelve a hacer un esfuerzo al que no está acostumbrado, es porque algo grave le pasa en el interior. Usted, por ejemplo, ¿por qué hace gimnasia?
-Me lo recomendó un médico. Estaba excesivamente nervioso.
-Ha visto. Yo, en cambio, le voy a contar una historia. Usted será discreto, es decir que no dirá que he sido yo quien se la ha contado.
-Encantado, cuéntemelo que quiera. Puedo hacer una nota con su historia.
-Sí, y allá va.
He aquí el relato del compañero de gimnasia:
-Tenía una novia con la cual corté relaciones bruscamente. Nos dirigimos cartas atroces. Lo grave es que yo la quería tanto, que una vez que hube cortado comprendí que me iba a ocurrir algo terrible, Enloquecía o hacía un disparate. Eso no hubiera sido nada si una noche, mirándome en un espejo, no observo que estaba aviejándome por horas. Y de pronto se me ocurrió esta idea:
"Dentro de un año el sufrimiento me habrá convertido en una cáscara de hombre. Estaré flaco, agobiado y roto. Y de pronto me vi así, pero en el futuro y en la calle. El destino me había colocado frente a mi ex novia, pero mi ex novia iba ahora acompañada por un magnífico buen mozo, y me miraba irónicamente, como diciendo: `Qué poca cosa estás hecho. ¿Es posible que haya sido tan estúpida en quererte?
"Bueno, cuando yo pensé o mejor dicho tuve la visión de mi futuro, créame, salí a la calle, pero enloquecido. Necesitaba salvarme, salvarme de la catástrofe que tenía en puerta con el agotamiento que me sobrevendría debido a mi exceso de sensibilidad. Caminé toda la noche pensando en lo que podría hacer, de pronto me acordé de la gimnasia sueca, de la salvación física por medio del ejercicio, y créame, he pasado unos minutos de deslumbramiento maravilloso, de una alegría como la que debieron experimentar los místicos cuando comprendían que habían encontrado la entrada del Paraíso.
"Excuso decirle que yo era un perezoso como los que usted pinta en sus notas. Y algo peor todavía. Indolente hasta decir basta. Pues no dormí esa noche; fíjese, no tenía dinero, empeñé todo lo que tenía para pagar los derechos de entrada a la Yumen y dos días después estaba haciendo gimnasia.
"Usted que comienza a hacer ejercicio ahora, se dará cuenta de los efectos de la gimnasia en un individuo físicamente agotado, espiritualmente desmoralizado. Más de una vez estuve tentado de abandonarlo todo, pero en momentos en que iba a dejar la fila se me aparecía el. fantasma de esa muchacha, en compañía del otro, del otro que algún día la acompañaría por la calle. De esos dos fantasmas sólo` veía yo dos ojos burlones, los de ella, diciendo: “qué poca cosa sos”, y entonces, créame, aunque estaba adolorido, con los músculos tensos, casi quemando, hacia un esfuerzo, apretaba los dientes y rabioso persistía en el ejercicio, en la ejecución perfecta de los movimientos. Y qué alegría, amigo, cuando hacemos vencer a la voluntad. Y así ya ve, de un hombre físicamente insignificante que era me he convertido en una máquina casi perfecta."
Mientras mi compañero hablaba yo sonreía. Pensaba en los recovecos que tiene el orgullo humano. Realmente, el hombre es un animal extraordinario. Tiene posibilidades fantásticas. Y mi camarada termina:
-¿Se da cuenta? El sufrimiento que a otro lo hubiera hundido a mí me salvó. Si hace la nota recomiéndele a los que quieran suicidarse por angustias de amor, que hagan gimnasia sueca.
No pude retener la pregunta: -Y a ella ¿nunca la vio?
-No, pero algún día nos encontraremos. ¿Y se da cuenta la sorpresa que experimentará? En vez de encontrarse con un individuo roto por la vida como el que ella conoció, se encontrará con un hombre maravillosamente reconstituido fuerte y más interesante que el que fue.
Indudablemente, el hombre es un animal extraordinario, que cuando tiene condiciones, encuentra tangentes inesperadas para convertirse siempre en mejor y mejor. Y quizá la verdadera vida sea eso: constante superación de sí mismo.
Cronica de la Plaza
Esta plaza que ocupa toda una manzana, posee árboles a sus alrededores muy hermosos y que dan mucha sombra en verano, pero en invierno hay que ir corriéndose de lugar para que dé el sol.
Se notan los cambios de estación, en verano por las tardes está lleno y en invierno no se ve a nadie.
Esta plaza es el lugar de los niños, de los grandes, de gente de cualquier edad, aquí todos comparten una charla, una sonrisa, o tal ves una tristeza…
lunes, 9 de noviembre de 2009
Crónica del Z4
A ese lugar concurren la mayoria de la juventud de Capitán Bermúdez, transformandose asi en uno de los mayores puntos de encuentro de la ciudad. Desde allí, se puede apreciar como los jóvenes disfrutan y se mueven libremente, ya sea recorriendo la avenida en auto, moto, bici, y por qué no caminando. Cuando uno asiste a este lugar, tiene la opción de ubicarse en las respectivas mesas que ofrece el "Z" o también, cruzar la ruta y tener un panorama mas amplio de la Avenida sentandose en el tapial que costea la Avenida San Lorenzo, podiendo asi escuchar los autos que aportan música este sector tan concurrido.
Este lugar ofrece un quiosco en el que las personas compran lo que necesitan y también un videoclub para esas largas noches en casa en las que esperamos a un nuevo día para poder volver a aquel punto de encuentro.
No te pido que pienses, sino que actues...
jueves, 5 de noviembre de 2009
comentario de "La psicologia simple de un latero"
CRÒNICA DE UNA GARITA
Hay mucho lugares. Donde nosotros entré otros podemos hablar o realizar contacto visual, aunque también simplemente podemos ignorar a todos aquellos que conocemos o desconocemos. Uno de estos lugares que realizamos estas acciones es en una de las tantas garitas que encontramos, construidas para soportas fuertes tormentas …ubicada en Capitán Bermúdez.
Podemos observas dentro de ella ,personas maltratadas, desanimadas y desgastadas por el trabajo sirviendo a una sociedad donde no hay mejoras, que se dirigen sin rumbo, personas que buscan en destino para alimentar a sus hijos, personas que viven con disgustos, personas no conformas con si vida, éxito o engaño de lo que es.Pero,siempre hay alguna persona que llega a este sitio y hace contacto, espera algún saludo de alguien y simplemente lo ignoran.
A veces la gente misma no saluda o si lo hace pero con desconfianza ,porque no conocemos a quienes nos saludan, además de no conocerlas no conocemos sus actitudes y llegamos a pensar en lo que nos pueden hacer.
También hay mucho jóvenes que disfrutan este lugar para intercambias palabras, amor y otras cosas..o jóvenes que dañan este sitio.
martes, 3 de noviembre de 2009
Cronica
Villa Hortencia un lugar con grandes jardines y arboladas añosas, sus impactantes aberturas y techos deslumbrantes pintados.
Mientras observaba el lugar, una de las salas donde me econtraba, me hiso pensar que esa sala en sus pasados podría haber sido un gran comedor.
Comence a buscar información sobre aquella casa y encontre está breve reseña historica:
Cada año a esta, la pintan y arreglan sus juegos, pero existen esas personas que a quienes no les importa la alegría de los niños y jovenes que pasan al estar en la plaza. Por esa razón la rompen y destrózan o también pintan graffitis sobre sus pardes.
A pesar de todos los daños que le hacen, hay personas que la ven como un lugar de encuentros entre amigos y todas las tardes se reúnen allí las "parejas" para pasar un momento tranquilos . Ellos son los que le dan una imagen alegre y felíz en un marco de tristeza por el descuido de "La Plaza Palestina".
Cronica
En este caso voy a hablar de una costumbre que se transformo en mi escuela.
Cuando salimos temprano o tenemos contra-turnos, todo el curso o gran parte, va al almacén de la esquina muy apodado como “zanón”, donde hacen los más ricos sándwiches de la zona, y a un precio que se puede adquirir.
Además de degustar un rico almuerzo, esto desarrolla charlas entre amigos, chistes, anécdotas, etc.…
Es un lugar visitado por mucha gente, que solo se dirige allí para realizar sus compras y volver de regreso a su casa.
Pero para mi y mis compañeros ir allá es totalmente distinto, ya que nuestro interés es pasarla bien, compartir momentos, y sobre todo, saborear el famoso “sándwich de zanón”.
Crónica de mi habitacion
Desde acá, sentada en mi cama, a mi izquierda puedo ver la computadora, gran pasatiempo, la que me ayuda a hacer muchas tareas y matar el aburrimiento esos días que no hay nada para hacer. Llena de figuritas que pegó mi hermanita, llena de adornos de cumpleaños de 15 de mis amigas, prendida, reproduciendo canciones de Ricardo Arjona, un gusto que comparto con mamá cuando estamos aburridas. Atrás de la computadora está la ventana que da al patio que, podría decirte, me vio crecer, jugando en mi pieza o en el patio; con amigos o primos; cumpleaños, tardes aburridas andando en bicicleta. La computadora no es la única adornada, porque la ventana también está llena de muñecos colgando, el más grande y más importante es una muñeca de trapo con cartel que tiene escrito mi nombre, regalo de cumpleaños de mi tía hecho por ella.
En mi habitación guardo cosas, cosas importantes, claro que algunas solo son importantes solo para mí. Como la muñeca de mi tía, peluches como “Donato” el león amarillo y naranja que me regalo mi abuela cuando cumplí mi primer año, él podría contarte mejor que yo cosas sobre este cuarto, siempre observando todo desde la almohada de mi cama, podría pasarse horas contando historias de mi vida, llantos, alegrías, noches de risas y charlas con amigas, las mas largas y hermosas charlas con mamá, los discursos de papá, juegos que compartíamos cuando era pequeña…
A mi derecha tengo otra ventana que da a la calle, por la cual me gusta mirar cuando llueve y observar a las veredas mojadas y a algunos niños que corren bajo el agua pisando charquitos y divirtiéndose como alguna vez lo hice yo con mis vecinos.
Si miro hacia adelante ahí está el ropero, siempre quieto desde que duermo aquí, es el único que nunca cambié de lugar al querer ordenar de diferentes maneras para cambiar mi cuarto; será porque papá nunca tuvo tiempo para ayudarme moverlo… Con una puerta abierta se puede ver un póster pegado sobre ella, cajas que guardan más recuerdos como cartas, fotos, alguna flor…
El ropero, el ropero que nunca estuvo ordenado totalmente, Donato te lo podría afirmar, lleno de juguetes de la infancia, entre ellos la primer Barbie que papá me regalo cuando estaba enferma, la cocinita y más muñecas.
Y por último, atrás mío, una pared grande de color rosa claro de la cuál cuelga un cuadro pintado por mi tía abuela, con un niña sentada en un bello paisaje con un lago rodeada de gansos; y todavía recuerdo el día que la fui a visitar y me lo obsequió diciendo que esa niña era yo.
En fin, esta es mi habitación, llena de cosas, cosas importantes, como dije antes, importantes para mí, llena de recuerdos, llena de sueños.
La Avenida es un caos...
Cuando caminaba por Avenida San Lorenzo, el día del accidente del ñiño, alrededor de las 7:00 ,dirigiéndome hacia el colegio me puse a observar detenidamente el andar de los autos, motos, bicicletas, chatas, camiones y los rostros de quienes conducían. Unos que van y otros que vienen a diferentes ritmos y velocidades...El rostro de aquellos que al ser la mañana se hallan apurados por llegar a su empleo, llevar los niños al colegio, o llegar a su casa después de una larga jornada de trabajo por la noche. O aquellos que no tienen apuro en hacerlo porque van con el tiempo necesario, y porque no aquellos que conducen un poco dormidos y no tienen noción del estado de la Avenida, si hay trafico o no, etc. Y es ahí donde se produce el amontonamiento de vehículos, autos atravesados, bocinas, gritos de la gente por que el colectivo no para, los peatones que cruzan por cualquier lado, no miran...en definitiva la Avenida es un caos. Estas son las causas de lo que mas adelante viene...un accidente.Se trata de un auto que envistió a un niño que se dirigía hacia la escuela. El automovilista no vio que un niño estaba cruzaba la ruta.Estando todo el barullo de la Avenida y para ponerle un toque de ruido se siente la sirena de una ambulancia.La Avenida sigue siendo un caos...
Historia del colegio "Ntra. Sra. de los Milagros"
lunes, 2 de noviembre de 2009
Yacimiento Petrolífero Federal
Iba a este lugar, porque a mi gusto, era un lugar interesante para redactar este trabajo. Al darme cuenta de que faltaba poco para su fecha de entrega, empecé a pensar (quizás muy apresuradamente) en lugares a los que se les pueda dar algún tipo de significado, mediante la escritura y el apreciamiento del mismo. Pensé en varias cosas, pero llegué a elegir un lugar frecuentado por muchas personas de los cuales muchos descansan allí, de un largo y tedioso viaje… otros de uno más corto, pero ya que sus necesidades fisiológicas se lo exigieron, pararon allí para satisfacerlas y así hacer menos engorroso y mal aventurado su viaje por la ruta 11.
Voy, siendo las 19:00 HR y me encuentro más con adolescentes que con adultos. Mientras estoy sentado en una mesa próxima al mostrador, tengo más posibilidad de ver a la mayoría que si estaría mas cerca del baño, lugar en el cual se encuentran los que no quieren verse con muchas personas, ni que otros los vean. Sentado aquí puedo distinguir a dos chicas, entre 16 y 17 años, hablando de lo que pudo haber hecho su novio o su “mejor amiga”. En otra mesa están ubicados un grupo de chicos, de aproximadamente 15 o 16 años, bebiendo unas gaseosas y comiendo copetines. Al verlos se puede distinguir su vitalidad y el disfrute del no hacer nada productivo, de andar por ahí y parar en una estación de servicio a charlar o a pasar el tiempo, mientras los adultos trabajan y cumplen su función de acuerdo a su edad y madurez; los adolescentes cumplen la suya.
En las mesas del alrededor veo grupos de jóvenes también, pero de aproximadamente 20 años, charlando de sus cosas, seguramente un poco más serias de las que puede estar hablando un adolescente promedio de entre 14 y 17 años; quizás no tan serias, pero en esas conversaciones ya se descartan los temas como por ejemplo: la salida de los viernes, las “minitas”, los boliches frecuentados hace unos años, las pruebas, los trimestres o Bariloche. Se habla más de los parciales, las relaciones con la pareja de cada uno, la salida que sólo se hará una o dos veces al mes solamente, o quizás organizando un asado luego de que cobren sus salarios que se hará en la casa del que no trabaja, así se reparten las cosas.
Sólo hay un matrimonio aquí ahora, con un capuchino cada uno, la señora lee el diario muy tranquila, mientras el señor sólo se queda sentado esperando que su esposa le diga algo, quizás una noticia, o quizás… un cumplido.
Este lugar no es recomendable para alguien que no quiera estirar un poco más su billetera, los adolescentes prefieren más ir al centro de Capitán Bermúdez, que aquí, ya que los precios son más caros que en otros lugares, aquí sólo se viene cuando no hay otro lugar al cual ir; cuando se juega algún clásico, eliminatoria o mundial; o al salir de algún boliche un sábado o domingo a la madrugada, y quedó algún resto, se decide venir aquí para desayunar y así hacer “completa” una salida. Si llueve es el refugio preferido para aquellos que no tuvieron las posibilidades, las ganas, o el permiso de ir a algún boliche en otra cuidad.
También, es un lugar de “charlas de pareja”; y tampoco es raro encontrar a algún hombre o a alguna mujer tomando un whisky luego de una pelea con su pareja o después de un día muy agitado en el trabajo, el whisky es sinónimo de calmante luego de una altercado.
En fin, si bien este no es un lugar histórico, es un lugar en el cual uno descansa de un largo viaje; de una pelea; disfruta el tiempo libre; confiesa algo a su amigo; a su pareja; o impide el rápido regreso a las obligaciones y ocupaciones, mejor dicho: casa.
Comentario sobre la aguafuerte: "La tragedia de un hombre honrado"
Lo más extraño es que este hombre (dueño del café) es celoso y sufre al ver que miran a su esposa, pero aún así no duda en exponerla a la mirada de los babosos hombres que concurren al lugar, y todo por ahorrarse ochenta pesos mensuales. ¡Qué tacaño!
Aguafuerte: LA TRAGEDIA DE UN HOMBRE HONRADO
A esta esposa honrada la ha colocado a cuidar la victrola. Dicho procedimiento le ahorra los ochenta pesos mensuales que tendría que pagarle a una victrolista. Mediante este sistema, mi hombre honrado economiza, al fin del año, la respetable suma de novecientos sesenta pesos sin contar los intereses capitalizados. Al cabo de diez años tendrá ahorrados...
Pero mi hombre honrado es celoso. ¡Vaya si he comprendido que es celoso!Levantando la guardia tras la caja, vigila, no sólo la consumición que hacen sus parroquianos, sino también las miradas de éstos para su mujer. Y sufre. Sufre honradamente. A veces se pone pálido, a veces le fulguran los ojos. ¿Por qué? Porque alguno se embota más de lo debido con las regordetas pantorrillas de su cónyuge. En estas circunstancias, el hombre honrado mira para arriba, para cerciorarse si su mujer corresponde a las inflamadas ojeadas del cliente, o si se entretiene en leer una revista. Sufre. Yo veo que sufre, que sufre honradamente; que sufre olvidando en ese instante que su mujer le aporta una economía diaria de dos pesos sesenta y cinco centavos; que su legítima esposa aporta a la caja de ahorros novecientos sesenta pesos anuales. Sí, sufre. Su honrado corazón de hombre prudente en lo que atañe al dinero, se conturba y olvida de los intereses cuando algún carnicero, o cuidador de ómnibus, estudia la anatomía topográfica de su también honrada cónyuge. Pero más sufre aún cuando, el que se deleita contemplando los encantos de su esposa, es algún mozalbete robusto, con bigotitos insolentes y espaldas lo suficientemente poderosas como para poder soportar cualquier trabajo extraordinario. Entonces mi hombre honrado mira desesperadamente para arriba. Los celos que los divinos griegos inmortalizaron, le desencuadernan la economía, le tiran abajo la quietud, le socavan la alegría de ahorrarse dos pesos sesenta y cinco centavos por día; y desesperado hace rechinar los dientes y mira a su cliente como si quisiera darle tremendos mordiscones en los riñones.
Yo comprendo, sin haber hablado una sola palabra con este hombre, el problema que está encarando su alma honrada. Lo comprendo, lo interpreto, lo "manyo". Este hombre se encuentra ante un dilema hamletiano, ante el problema de la burra Balaam, ante... ¡ante el horrible problema de ahorrarse ochenta mangos mensuales! Son ochenta pesos. ¿Saben ustedes los bultos, las canastas, las jornadas de dieciocho horas que éste trabajó para ganar ochenta pesos mensuales? No; nadie se lo imagina.
De allí que lo comprendo. Al mismo tiempo quiere a su mujer. ¡Cómo no la va a querer! Pero no puede menos de hacerla trabajar, como el famoso tacaño de Anatole France no pudo menos de cortarle unas rebarbas a las monedas de oro qué le ofrecía a la Virgen: seguía fiel a su costumbre. Y ochenta pesos son ocho billetes de a diez pesos, dieciséis de a cinco y... dieciséis billetes de a cinco pesos, son plata... son plata...
Y la prueba de que nuestro hombre es honrado, es que sufre en cuanto empiezan a mirarle a la cónyuge. Sufre visiblemente. ¿Qué hacer? ¿Renunciar a los ochenta pesos, o resignarse a una posible desilusión conyugal?
Si este hombre no fuera honrado, no le importaría que le cortejaran a su propia esposa. Más aún, se dedicaría como el célebre señor Bergeret, a soportar estoicamente su desgracia.
No; mi cafetero no tiene pasta de marido extremadamente complaciente. En él todavía late el Cid, don Juan, Calderón de la Barca y toda la honra de la raza, mezclada a la terribilísima avaricia de la gente del terruño.
Son ochenta pesos mensuales. ¡Ochenta! Nadie renuncia a ochenta pesos mensuales porque sí. Él ama a su mujer; pero su amor no es incompatible con los ochenta pesos.
También ama su frente limpia de todo adorno, y también ama su comercio, la economía bien organizada, la boleta de depósito en el banco, la libreta de cheques. ¡Cómo ama el dinero este hombre honradísimo, malditamente honrado!
A veces voy a su café y me quedo una hora, dos, tres. El cree que cuando le miro a la mujer estoy pensando en ella, y está equivocado. En quien pienso es en Lenin... en Stalin... en Trotzky... Pienso con una alegría profunda y endemoniada en la cara que este hombre pondría si mañana un régimen revolucionario le dijera:
-Todo su dinero es papel mojado.
COMENTARIO
La tristeza del sábado inglés
¿Será, acaso, porque me paso vagabundeando toda la semana que el sábado y el domingo se me antojan los días más aburridos de la vida? Creo que el domingo es aburrido de puro viejo y que el sábado inglés es un día triste, con la tristeza que caracteriza a la raza que le ha puesto su nombre.
El sábado inglés es un día sin color y sin sabor; un día que “no corta ni pincha” en la rutina de las gentes. Un día hibrido, sin carácter, sin gestos.
Es un día que prosperan las reyertas conyugales y en el cual las borracheras son mas lúgubres que un “de profundis” en le crepúsculo de un día nublado. Un silencio de tumba pesa sobre la ciudad. En Inglaterra o en países puritanos, se entiende. Allí hace falta el sol, que es, sin duda alguna, la fuente natural de toda alegría. Y como llueve o nieva, no hay donde ir, ni a las carreras, siquiera. Entonces la gente se queda en sus casas, al lado del fuego, y ya cansada de leer punch, hojea la Biblia.
Pero para nosotros el sábado inglés es un regalo modernísimo que no nos convence. Ya teníamos de sobra con los domingos. Sin plata, sin tener a donde ir, sin ganas de ir a ninguna parte, ¿para qué queríamos el domingo? El domingo era una institución sin la cual vivía muy cómodamente la humanidad.
Tata Dios descansó el día domingo, porque estaba cansado de haber hecho esta cosa tan complicada que se llama mundo. Pero ¿qué han hecho, durante los seis días, todos esos gandules que por ahí andan, para descansar el domingo? Además, nadie tenía derecho a imponernos un día más de holganza. ¿Quién lo pidió? ¿Para qué sirve?
La humanidad tenía que aguantarse un día por semana sin hacer nada. Y la humanidad se aburría. Un día de fiaca era suficiente. Vienen los señores ingleses y, ¡que bonita idea!, nos endilgan otro más, el sábado.
Por más que se trabaje, por un día de descanso por semana es más que suficiente. Dos son insoportables, en cualquier ciudad del mundo. Soy, como verán ustedes, un enemigo declarado e irreconciliable del sábado inglés.
Corbata que toda la semana permanece embaulada. Traje que ostensiblemente tiene la rigidez de las prendas bien guardadas. Botines que crujían. Lentes con armadura de oro, para los días sábado y domingo. Y tal aspecto de satisfacción de sí mismo, que daban ganas de matarlo. Parecía un novio, uno de esos novios que compran una casa por mensualidades. Uno de esos novios que dan un beso a plazo fijo.
Tan cuidadosamente lustrados tenía los botines que cuando salí del coche no me olvidé de pisarle un pie. Si no hay gente el hombre me asesina.
Después de este papanatas, hay otro hombre del sábado, el hombre triste, el hombre que cada vez que lo veo me apena profundamente.
Lo he visto numerosas veces, y siempre me ha causado la misma y dolorosa impresión.
Caminaba yo un sábado por una acera en la sombra, por la calle Alsina-la calle más lúgubre de Buenos Aires-cuando por la vereda opuesta, por la vereda del sol, vi a un empleado de espaldas encorvadas que caminaba despacio llevando de la mano una criatura de tres años.
La criatura exhibía, inocentemente, unos de esos sombreritos con cintajos, que sin ser viejos son deplorables. Un vestidito rosa recién plachado. Unos zapatitos para los días de fiesta. Caminaba despacio la nena, y más despacio aún el padre. Y de pronto tuve la visión de la sala de una casa de inquilinato, y la madre de la criatura una mujer joven, arrugada por las penurias, planchando los cintajos del sombrero de la nena.
El hombre caminaba despacio. Triste. Aburrido. Yo vi en él el producto de veinte años de garita con catorce horas de trabajo y un sueldo de hambre, veinte años de privaciones, de sacrificios estúpidos y del sagrado terror de que lo echen a la calle. Vi en él a Santana, el personaje de Roberto Mariano.
Y en el centro la tarde del sábado es horrible. Es cuando el comercio se muestra en su desnudez espantosa. Las cortinas metálicas tienen rigideces agresivas.
Los sótanos de las casas importadoras vomitan hedores de brea, de benzol y de artículos de ultramar. Las tiendas apestan a goma. Las ferreterías a pintura. El cielo parece, de tan azul, que está iluminando una factoría perdida en el Äfrica. Las tabernas para corredores de bolsa permanecen solitarias y lúgubres. Algún portero juega al mus con un lavapisos a la orilla de una mesa. Chicos que parecen haber nacido por generación espontánea de entre los musgos de las casas-bancas, aparecen a la puerta de “entrada para empleados” de los depósitos de dinero. Y se experimenta el terror, el espantoso terror de pensar que a estas mismas horas en varios países las gentes se ven obligadas a no hacer nada aunque tengan ganas de trabajar o de morirse
Hogar Dulce Hogar
Este lugar, no muy grande, desordenado, lleno de gente que va y viene, no muy tranquilo... es "Mi Casa".
Mi casa, un espacio único donde yo puedo descansar y recordar aquellos momentos inolvidables que viví en ella sola y junto a mi familia, es un lugar maravilloso.
Como ya verán, tengo una familia numerosa y eso hace que a veces haya discusiones, peleas. Los que coinciden conmigo, sabrán por qué digo así. Al ser muchos siempre por algo se va a discutir, como por ejemplo algunos de los temas de discución son: qué comemos, qué canal miramos en la televisión, quién se baña primero, quién está en la computadora, quién usa el teléfono y obviamente muchos temas más que serían interminables de escribir. Pero aunque a veces canse un poco, me gusta tener todos estos temas para discutir porque esto pasa en mi hogar, ya que cada día nuevo en mi casa es un día diferente a todos los demás, es un día único donde siempre pasan cosas nuevas y eso me hace feliz.
Este lugar no muy grande como dije antes, está compuesto por 2 habitaciones muy coloridas, una es la de mamá y papá y la otra de mis hermanos y mía, también hay un baño, una cocina, un living-comedor, un lavadero, un patio y un quincho-garage donde muchas veces nos juntamos con amigos a pasar el tiempo libre.
Hogar Dulce Hogar. Lo llamo así porque el hogar o la casa como quieran llamarlo es la base principal de casa uno junto a la familia. Es donde vos te crias, donde aprendes a caminar, donde te educás, donde te formas como persona por las enseñanzas y consejos que te dan tus familiares. Es el lugar donde vivís y vas a vivir hasta que otro hogar llegue y tengas que formar una nueva vida en él. Pero el primer hogar, en donde viviste cosas que jamás se borrarán, ese lugar va a ser el único en tu vida, el que siempre recuerdes.
Digo dulce, ¿y saben por qué?. Porque en mi casa hay cinco personitas a las que casa día quiero más. De estas personas yo aprendí y aprendo muchísimas cosas aunque todos sean diferentes y cada uno tenga su carácter, estas personas son las más dulces que conocí en mi vida.
Demás está decir, que mi casa, es el lugar que más prefiero en el mundo.
"Crónica de un lugar. Tiempo de un espacio"
Capitán Bermúdez, Barrio Centro, son prácticamente las diez de la mañana del día 03/07/2009. Sentada en la puerta d mi casa, miro aquella cuadra que me vio crecer. Es muy temprano para aquellos que están de vacaciones de invierno o enfermos en sus casas, hace frío y el sol solo alumbra el lado sur de mi calle, mi Paraná. Se percibe un silencio, que es solo interrumpido por el cantar de los pájaros. Todavía no escucho ni risas, ni el cuchicheo de las vecinas, ni el pasar de los autos. Es una cuadra no muy concurrida (la última, si tomamos como referencia la avenida, que separa dos barrios por medio de la vía) lo que nos permite, y nos permitió a mi y a todos los chicos que vivimos en ella, jugar y gastar el pavimento.
La vereda de mi casa, por ejemplo, me acuerdo perfectamente que la usábamos con la Dai, mi vecina, para jugar con los rollers… También está la vereda del Tío Ricardo, por así llamarlo, papá de dos de mis amigos... Cuantos chistes, historias y noches de mate tiene en sus tantas pisadas. ¿Y el playón de la Cerrajería? Si habremos dado vueltas y vueltas en bici con los chicos hasta caernos de mareados. Y la vereda más importante, “La Vereda de Enfrente”, la vereda de la familia Rivero. Esa si que tiene muchas historias, amistades y demás. Noches de verano, mateadas y guitarreadas hasta la madrugada. Todas las noches, siete días a la semana.
Cada rincón de mi cuadra tiene una historia, cada uno fue testigo de peleas entre nosotros, amistades, juegos “Ring Rajes”, escondidas, popas, llantos y millones de risas se esconden en cada uno de sus rincones, en cada rincón de mi cuadra. Nos vio crecer, y nos sigue viendo… Hasta el día de hoy, nuestra cuadra es testigo, nos observa. Ya no nos ve jugando a las escondidas ni al “Ladrón y Poli”. Pero en fin, me observa… Desde cuando vuelvo caminando después de una noche de fin de semana, hasta este momento, donde mira como le retribuyo todo lo que ella me dio.
Mi salón
La Isla
Definitivamente : ¡Que hermosa que es la isla !
domingo, 1 de noviembre de 2009
cometario de " Año Nuevo"
Él ve innecesario tanto festejo para continuar con la monotonía, para seguir con lo mismo, solo cambiando una simple fecha que te hace un año mas viejo o te alegra por no haberte muerto el año pasado. Le molesta escuchar supuestos cambios sociles, economicos y tambien políticos.
Pero después de todo, algo le parece "lindo" (que compato su idea); y es ver a la gente, que al ser las doce se imagina y le intriga a la vez ¿cómo sera ese nuevo año entrante?( confieso que a mi tambien me pasa, muchas veces , me quedo un buen rato pensando que va a ser de ese nuevo año). Le agrada el enigma que queda al pensar que pasara en los proximos 12 meses...
Me gusto mucho este aguafuerte porque no le importa el pensamiento de los demas; es maravilloso como saca a la luz actitudes comunes que la gente tiene , y que hasta en estos tiempos son muy significativas en esta fecha( 31 de diciembre).
-Algunas costumbres de año nuevo
Foto de "mi familia" festejando año nuevo.
miércoles, 28 de octubre de 2009
Cronica de un Lugar: "La Iglesia San Jose Obrero"
Allá por la década del 40' se inauguraba la parroquia en la que pasé y paso la mayor parte de mi vida, la parroquia "San José Obrero".Allí se alojan mis recuerdos más valiosos y hermosos de mi vida, y de la vida de todos los que formamos parte de la comunidad de la iglesia.
La parroquia se encuentra en el corazón del barrio "Villa El Prado" el cual fue creciendo entorno a la iglesia. Al lado de la parroquia esta la plaza, donde siempre compartimos y terminamos(la mayoría de los encuentros), tomando mates o jugando al futbol.
Todos los fines de semana, muchos chicos y chicas se reúnen para conocer, aprender y divertirse mientras comparten un hermoso encuentro ya sea en catequesis de primer año, segundo, grupo de monaguillos, perseverancia o cualquiera de los grupos de jóvenes. Siempre bien acompañados por sus catequistas o coordinadores quienes no solo lo prestan su servicio a Dios, sino también a la comunidad.
La solidaridad y la alegría siempre están presentes; ya sea desde la simple tarea de ir a misa, hasta la organización de almuerzos para recaudar fondos.
Una parte importante de nuestras parroquia, y uno de los pilares, es el párroco, quien siempre nos presta su buena voluntad para cada actividad e incentiva mucho a los jóves, integrantes de la generación del mañana.
A veces me siento mal, cuando veo todos esos chicos marginados, sin casa ni comida, pero luego miro a mi parroquia y me puedo dar cuenta de que allí las cosas se hacen bien, nadie busca sus propios beneficios, ni dinero, todo lo contrajo! Todos trabajamos por un fin común que es el crecimiento de nuestra comunidad. Crecimiento que se logra con mucho esfuerzo, sin pedir mas que la colaboración de la gente para lograr darles a los chicos algo mejor que lo que viven cada día.
Este es mi mundo, un mundo en el que me gustaría que cada vez mas gente se vea unida a él. Porque es un mundo sano, puro y único, debe ser por eso es que somos pocos los llamados a servir. Pero ojala mucha gente se de cuenta de que estos lugares son especiales con gente especial, que esta dispuesta a ayudar sin pedir nada a cambio.
Muchos podrán criticar a la iglesia y esta bien, porque nada es color de rosas, pero en mi comunidad trabajamos para mejorar, y no solo criticar.
Mi parroquia un lugar distinto, para toda la gente que desea un mundo mejor...
¡¡Que Dios los bendiga a todos!!
martes, 27 de octubre de 2009
Mi calle
El viernes, al salir de mi casa para ir al supermercado, veo que no había mucha gente como suele haber todos los viernes en mi calle, ya que es la calle principal del barrio. Al llegar al super, estaba vacío, no lo podía creer, antes era un mundo de gente ahí adentro, tardaba en hacer las compras como una hora mas o menos y en ese momento cuando entré era como entrar un lunes. Me puse a mirar las góndolas y sus precios, por su puesto, vi que habían aumentado algunas cosas, cada vez están más caras. Fui hasta la panadería y me puse a charlar con la panadera:
- Que poca gente hay hoy - digo.
- Lo que pasa es que la gente tiene miedo por la gripe viste, hoy justamente no vino mucha gente - dice
- ¿Ah si?- Le pregunto – Hace mucho que no vengo, no me lo esperaba -
La saludo, me voy hacia la caja para que me cobren, y veo a una nena con su mamá con barbijo, me lo esperaba de la gente consciente, así que hice como si fuera una persona mas, la persona que estaba atrás la miraba como si fuera extraterrestre o algo parecido. Me cobró la cajera, y me fui caminando hacia la farmacia, porque tenia que comprar un remedio para que no nos agarre la gripe. En ese momento, cuando estoy por entrar, veo mucha gente afuera, que parecía esperar. Entro, un mundo de gente, todos amontonados esperando a que la farmacéutica los atendiera, mejor dicho que las farmacéuticas “que toman precaución” los atendiera, digo que toman precaución porque tenían puestos desde barbijos, hasta alcohol en gel (nunca creí que existía el alcohol en gel). Después de agarrar el número voy a ver por cuál iba, eran como 20 números antes que el mió, no se si fue la mejor opción pero decidí salir afuera y esperar a que tocara mi número, menos mal que estaba abrigada, porque esa tarde hacia muchísimo frió. Ya se había ido un poco de gente y entre a la farmacia, de aburrida que estaba me puse a escuchar a la farmacéutica lo que vendía ( siempre hago eso) casi toda la gente compraba barbijos y alcohol en gel (una señora se había quejado porque habían aumentado las dos cosas, pero las compro igual), supuse que porque la gente compra mucho estas cosas las habían aumentado, capaz tenga razón, al igual que los analgésicos y esos tesitos de miel o hierbas que según ellos hace bien para la gripe, pero yo digo que las recetas caseras, esas que solo las abuelas saben son el mejor remedio, siempre mi abuela me las hacia cuando estaba enferma, sin tomar ningún remedio. Al fin llego mi turno, habré estado como unos largos minutos, compre y me fui a mi casa esperando a que mi mamá no me mandara a ningún lado mas.
El mar
Una vez, cuando yo era chica, mi mamá me dijo que había lugares que "eran mágicos e inolvidables." No entendí mucho hasta que el año pasado nos fuimos de vacaciones
El lugar era el mejor, con su nombre ya lo describía todo, "Monte Hermoso". Tenía playas inmensas, grandes extensiones de arena acompañadas por el mar, todo era perfecto desde la mañana hasta el atardecer.
Bien temprano, y de a poco comenzaba a llenarse de sombrillas, y miles de personas que iban para no perderse el sol de la mañana.
A la hora del mediodía, muchos volvían a sus departamentos pero otros se quedaban allí, con carpas o sombrillas, para no perder el tiempo, no les importaba si la comida se les llenaba de arena o no, sólo querían disfrutar hasta el último minuto. Mientras muchos almorzaban, se veía que la playa era recorrida por los carritos que vendían choclos y ensaladas de fruta! Iban de un lado para el otro, mientras la gente se refrescaba eligiendo una buena ensalada de frutas colorida. Por la tarde la gente volvía y la playa se llebava cada vez más, todos te sonreían y te saludaban como si te conocieran, te hablaban y sacaban tema de conversación, con simples oraciones como: "¿De dónde son? ¿Hasta cuándo se quedan?" Todos parecían felices, sin ningún tipo de problemas!
Te sentabas y veías como jóvenes y grandes caminaban de un muelle al otro, recorriendo la orilla del mar, es una sensación inexplicable la de caminar descalzo sintiendo las olas romper al lado!
Caminabas y sin darte cuenta estabas en medio de una canchita de fútbol, tenis o tejo. Los niños armaban castillitos de arena, buscaban caracoles, otros se "hacían milanesa" con la arena y también aquellos que salían gritando y llorando que les había picado una agua viva, o simplemente remontaban barriletes de una marca muy conocida de helados, que se conseguían en los paradores, los cuales ofrecían música a todo volumen para que la gente disfrutara y una que otra clase de gimnasia aeróbica gratuita y en plena playa!
No importaba nada, si hacía frío la gente se metía al mar igual y pasaban horas sin darte cuenta, hasta cuando llovía la playa se llenaba igual, iban como si nada, con las reposeras y las sombrillas de distintos colores y hacía lo mismo todos los días.
Así pasaba la quincena de enero, por supuesto no faltaba la típica "banana" con aquellos valientes que se animaban a subirse pasando por el medio del mar, sin miedo a caerse y quedarse en la nada.
Los amigos que te hacías eran incontables. Por la noche se llenaba la famosa peatonal céntrica, con turistas comprando regalos o adolescentes, me incluyo, buscando entradas para algún boliche al cual asistir a la noche, y gente o familias comiendo en bares y restaurantes. Y por la madrugada, hacia al mar otra vez, en donde comenzaba la guitarreada y los fogones con todos aquellos que amaban ese lugar tanto como yo, despidiéndonos, deseando volver y poder encontrarnos otro verano más allí!
Era todo perfecto, nunca había conocido un lugar en el que no importaba ni como vestía el otro, ni de donde era, bastaba con que estés ahí compartiendo ese momento! Así y ya de grande fue que comprendí lo que mi mamá me había dicho.. ya que encontré el lugar que para mi es y será siempre mágico e inolvidable...
lunes, 26 de octubre de 2009
En el bar de la avenida
Es triste, mirar por afuera del vidrio la cara de las personas mayores sentadas, a las 7 de la mañana en un café. ¿Será que no tienen familia, con la cual compartir un desayuno, preparar tostadas, o simplemente hacer pereza en la cama para levantarse e ir automáticamente a sentarse al bar? No puedo entenderlo. Me detuve a observar mas de cerca este misterio que tenia el bar, como puede ser que todas las mañanas a la misma hora, se encuentren en ese lugar exactamente las mismas personas y hablen exactamente de las mismas cosas.
Le pregunte a mi tío, que es una de esas personas que asiste desde muy temprano al bar. ¿Que es lo que hacían allí? ¿Que es lo que lo une a personas ajenas a su circulo amistoso, para sentarse en una mesa a tomar el desayuno todas las mañanas? Sin saberme responder claramente, me explico que va allí a “leer el diario”, y a comentar con la gente del bar temas muy comunes como política, y fútbol sobre todo. Pero no me quede conforme con su respuesta, ya que no solo van a tomar el desayuno, sino en distintos momentos del día como el mediodía y tarde. ¿Tantos debates es necesario hacer? ¿Cuantas cosas pueden haberle ocurrido en la mañana para tener la necesidad de reunirse otra vez?
Me contó también, que en el bar están los personajes típicos, los que no faltan nunca, los que se fuman un atado entero de cigarrillos en la mañana, los jubilados que pasan mañanas enteras hablando de cómo se creó la tierra y las diferentes teorías existenciales. Los que llegan de mal humor y están horas quejándose de las desgracias de sus vidas o sus trabajos.
Un día, haciendo cálculos, me di cuenta que mi tío, el que nunca deja de pensar ni un momento en su “apretada situación económica” y en su poco éxito en el comercio de productos eléctricos e iluminaciones, en un mes había perdido 32 horas bebiendo café con sus amigos. Me quedé sorprendida porque esto equivalía a cuatro días de trabajo y luego me di cuenta que el tiempo que le dedicaba al almuerzo llevaba muchas mas horas de lo debido. A partir de esto llegué a una conclusión: Si las horas hábiles son un éxito social, constituirían un fracaso comercial. Ahora si, insisto, ¿Que es lo interesante de ese lugar como para perder allí el tiempo que equivale a cuatro días de trabajo?
Por fin, luego de un cierto tiempo pude entender que no es solo un bar... para ellos es más que eso. Éste es el sitio donde todos los días se desahogan, apartan sus mentes, al menos un instante de todos sus problemas; y el desayuno o el almuerzo es solo una excusa para ir a ese lugar lleno de tranquilidad, amigos y conocidos con los cuales compartir una copa.
jueves, 22 de octubre de 2009
Un domingo diferente
miércoles, 21 de octubre de 2009
“Crónica de un lugar. Tiempo de un espacio”
…Rotonda
Y me acuerdo cuando mi abuelo me decía:
-No sé como los dejan jugar ahí –.
-¿Y a dónde querés que vayamos? – repliqué.
- Y mira querida, cuando nosotros éramos pibes, había un cuidador en la plaza. De por sí, jugar entre todos los rosales que había era un suicidio, y si no eras del barrio, el viejo te corría. ¡Te sacaba! ¿Podés creer? Y nosotros nos íbamos calladitos la boca, sí señor. Si pasara ahora, pobre placero, lo matarían a piedrazos.
Y si, ellos se iban a cualquier baldío. Ahora casi ni quedan terrenos para pelotear un rato. Pero yo me pregunto, ¿nadie se robaba las flores? ¡Si son mas vándalos acá!, pero… animate a robarlas antes!, según mi abuelo, todas las vecinas miraban continuamente, cuidando que no sacaran nada. Y también miraban los juegos. La rotonda estaba llena de hamacas, y todos cuidaban que nadie las rompiera. Ahora ni si quiera nadie la mira a la pobre, es más, ni se te ocurra mirarla, y menos en lejanas horas de la noche! Es prohibido. Es otra vida. Mientras que de día se escuchan a los vecinos y vecinas murmurando e inventando historias de la vida nocturna de la famosa rotonda.
Niños jugando, futbol va, futbol viene.
-¡Goool!.
-¡Eh, no, ‘full’ ahí! –gritó Leandro, mi vecino, que al conocerlo tan bien, se que nunca le gustó perder, ni en las bolitas.
-Goooooooooooooooooooooooooooooooooooool –le gritaba en la cara uno de los chicos del otro barrio, que al parecer, era un maradonita.
-¡Tiempo! –dijo Martín, el gordito que nunca jugaba, por eso ponía la excusa de dirigir el partido, mientras lo único que quería era alentar para el equipo que ganaba y así tomarse la coca que se jugaba. Por lo tanto se puso a chiflar fuerte para imitar un silbato y… ¡Vamos a tomar una coca!
Lea hervía de bronca. Para él, Martín cobró todo para el otro equipo, unos compañeros de la escuela, pero que no eran del barrio. De todas formas Lea perdía, pero no por como cobraba Martín, sino porque su equipo es pésimo. Y fue ahí que me acordé de la conversación que había tenido con mi abuelo aquella vez, y del viejo cuidador de la plaza. Si hubiese existido aún, él no hubiese permitido que los de afuera jugaran, y menos que ganaran, y eso me hizo reír. O pensándolo bien, capaz que a ellos tampoco los dejaban jugar, para cuidar un poco más la plaza. Entonces me puse a pensar, y me quedó dando vueltas la his
Entre todos, revisaron sus bolsillos e hicieron una vaquita con las monedas que tenían. Perfecto. Alcanzaba para comprar una coca y unos cuantos paquetes semillitas de girasol en Pinocho, uno de los kioscos rondantes a la plaza.
-Ojalá nunca vuelva el placero –digo entonces pensando en ellos.
Uno puede verle el sentido positivo a las cosas, y más a una vieja plaza, la cual abandonada como está… los niños nunca dejaron de pasearse en ella. Ellos le dan ese hermoso espíritu que lleva. El de saber que siempre pero siempre, esta viejita, terminará cuando los niños se terminen.